En EXCLUSIVA para AZARplus, Óscar Pingarrón, hijo de Eulogio, recuerda a su padre a través de este emotivo texto
Eulogio Pingarrón: el fin de una era
Óscar Pingarrón, hijo del tristemente fallecido Eulogio Pingarrón, y escritor ocasional en nuestra redacción, ha querido recordar (y celebrar) la vida de Eulogio escribiendo un emotivo texto sobre la vida y obra de su padre.
El texto se sumerge en la vida profesional de Eulogio, un apasionado del diseño de máquinas recreativas y pinballs. A través de anécdotas y experiencias compartidas, Óscar resalta la dedicación y habilidades de su padre en el ámbito del diseño, patentando sus invenciones y contribuyendo al sector de entretenimiento.
El fin de una era
Por muy duro o extraño que parezca, empiezo a escribir esta semblanza antes de la pérdida de mi padre, así que escribiré todavía en presente. Si antes de acabar escribo en pasado, será fácil de entender.
Desde hace unos días su salud se está deteriorando rápidamente y todo parece indicar que el curso natural de la vida, de su vida, igual que la de todos, se acerca a su final. “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar / que es el morir.” Esto lo escribió hace varios siglos un señor glosando a su padre después de su muerte, no soy el primero, ni el segundo, ni seré el último.
Del lado personal de Eulogio no os puedo hablar mucho, por varias razones, y la primera que cualquiera puede entender es que era, es mi padre. Si hay algo que me fastidia son las hagiografías y los elogios impostados. Si quieres realmente hablar, describir a alguien, intenta ser aséptico, neutro. La verdadera valía de las personas se mide en una balanza, y si en una semblanza falta alguno de los platillos, suena a falsa. Yo no puedo decir si yo soy falso, pero mi padre os aseguro que no lo es.
Del lado personal si os puedo decir sin lugar a dudas que es un buen hombre, generoso, amable, educado, amigo de sus amigos, y un muy mal enemigo por poco peligroso. Nunca ha gustado de hablar mal de nadie, excepto de los políticos. Y leal, demasiado leal.
También ha tenido sus sombras, muchas menos realmente de las que se habrán oído por los mentideros a lo largo de su vida, pero las ha tenido, respecto a esto puedo afirmar sin ninguna duda que si alguna de las que oís tienen que ver con la deslealtad, son mentira.
Podría haberse enriquecido tanto como otros tantos lo han hecho en este sector, y he de decir que si no lo hizo fue en gran parte debido a que nunca intento perjudicar a nadie a costa de su propio provecho a menos que se viera obligado a ello. Tres veces se arruino, y las tres se arruino pagando todo lo que debía, o hasta donde pudo, que deudas también supongo que dejó alguna, porque lo llegó a perder absolutamente todo. También hubo épocas de vacas gordas, por supuesto, pero las cuentas son sencillas, de los muchos socios que tuvo en múltiples proyectos, buena parte de ellos salieron más ricos de su asociación que cuando entraron, por el contrario, el casi siempre salió perdiendo de todas esas aventuras empresariales. La poca fortuna que consiguió fue solo con su propio trabajo y esfuerzo. Al final muchos de esos amigos y admiradores desaparecieron y solo quedaron los amigos que realmente fueron y aunque como a veces por tales no los tuviera, los que de verdad le ayudaron
No quiero seguir las convenciones, lo normal es recordar el personaje en los momentos gloriosos, pero yo encuentro las pequeñas victorias, en este caso en la etapa de la madurez mucho más heroicas, aunque sean menos épicas.
Tras arruinarse por última vez, habiendo sido otra vez digamos, engañado, los hermanos Franco por ayudar a alguien a quien creo que apreciaban y sabían lo que valía, pues lo conocían desde hacía casi cuarenta años, y también porque pudo haber sido el tercer socio y no lo fue por lealtad a su amigo Juan, lo contrataron. Y lo hicieron por ayudarle, aunque nunca esa palabra salió de sus bocas hasta donde yo sepa. Pero… ¿Dónde colocas a alguien a quien has mirado y tratado como igual, a quien conoces y que te conoce, que sabes de donde viene igual que él sabe de dónde vienes tú? Es complicado, muy complicado, tanto que a veces pienso si en una situación así no es más fácil decirle al amigo a quien quieres hacer el favor que se quede en su casa que ya le iras echando una mano hasta que se pueda jubilar. Pero yo creo que para los hermanos Franco y para mi padre eso hubiera sido algo impensable. Así que lo contrataron y pusieron en un departamento de prototipos en donde pudiera echar una mano y plasmar lo que se le ocurriera, y allí que se fue con las lógicas desconfianzas y envidias de algunos de los que por aquel sitio campaban.
Puedo decir con conocimiento y orgullo que cada Euro de su sueldo lo compensó de sobra. Aunque yo ya estaba fuera del sector por aquella época, mi padre seguía compartiendo conmigo las ideas que le bullían en su cabeza pues yo solía ayudarle a pulirlas unas veces, y otras veces, las más, le decía que no me convencían lo más mínimo. Recuerdo una idea inicial en particular de cierto mecanismo o dispositivo de juego. Me explicó que ese día a la hora de comer se le había ocurrido y había comenzado un esbozo. Para el que conozca a mi padre sabe de sus cualidades para el dibujo y lo que él llamaba un boceto, hecho después de un par de horas de trabajo, en realidad era un desarrollo inicial en tres dimensiones preparado para empezar a pasar a plano para acotar y hacer las oportunas correcciones y pruebas.
Yo, como es habitual, le dije que no acababa de verle la gracia, y él me dijo que, si conseguía convencer a Joaquín de que la idea era buena, y sabia como convencerle, de ahí podía salir una de las mejores maquinas que ha habido en la calle. No voy a decir el sistema que usó mi padre para convencer a Joaquín, tampoco la máquina, eso es un pequeño secreto sin mayor importancia, pero si voy a decir que mi padre acertó en su predicción de pleno.
Y como mi padre estaba acostumbrado a proteger todas sus invenciones con patentes, pues quiso ocuparse del tema y acabó a cargo del departamento de Patentes y Marcas de la empresa, trabajo del que el mismo se sentía muy orgulloso.
De Joaquín y Jesús, especialmente de Joaquín, solo puedo tener buenas palabras y grandes sentimientos de agradecimiento por ayudar a salvar la dignidad de un hombre que la merecía. Ese agradecimiento lo quiero extender a algunas otras personas del grupo, estas saben quién son, a todos los que están y los que no, mi más afectuoso recuerdo.
Su pena fue que lo jubilaran, y nos costó convencerle y yo creo que nunca lo logramos, de que era lo normal en una empresa en plena reestructuración después del fallecimiento de uno de los fundadores y alma de la empresa, es normal que por muy buena labor hecha y a lo mejor por hacer, se quieran renovar muchas cosas, y por supuesto un señor con más de 70 años en un departamento muy relacionado con el I+D, es una víctima ideal de ese tipo de reestructuraciones.
A pesar de las malas experiencias a lo largo de su vida profesional, no le recuerdo renegando de su mala fortuna, a lo mejor porque en el fondo sabía que no era cosa de la suerte sino de la bisoñez unas veces, y de la deliberada confianza que muchas veces te deja con el culo al aire en otras.
Seguramente la peor de las fortunas que tuvo en su largo devenir en este sector, fue también una de las mayores desventuras a nivel personal, que fue la pérdida de su amigo, su mejor amigo, Juan Paredes. Es muy difícil que un jefe y un subalterno desarrollen una amistad como la suya, de hecho, yo creo que su amistad alcanzo su plenitud una vez mi padre abandonó Petaco. Desde ese momento y hasta la pérdida de su amigo, mi padre siempre tuvo el consejo y apoyo de Juan. Mi padre siempre pagó con la misma moneda a su amigo también, y aun después de su muerte siempre procuro honrar la memoria de su amigo, con palabras y con hechos, especialmente con estos últimos. Pero mi padre era de hacer, no de proclamar.
No me cabe ninguna duda que la decadencia definitiva de mi padre en este sector empezó al día siguiente de la muerte de Juan, pues su consejo y apoyo aun en la distancia para mi padre siempre fue vital, también creo que el último distanciamiento que sufrían los amigos se debía a que mi padre le había dicho a Juan muy claramente quienes, y como a su alrededor le estaban perjudicando y aprovechándose de él, y eso a Juan, hombre orgulloso, no le había sentado bien.
No sé si ambos lo sabían, me gustaría saber que lo intuían, pero cuando se ponían de acuerdo podían comerse el mundo.
Ojalá mi fe me dijera que algún día los amigos se reencuentran para decirse mutuamente ese sempiterno “¿Ves? Te lo dije” y retomasen alguna de sus partidas de ajedrez con el cenicero a su lado lleno de colillas, y felices de compartir el momento y la amistad, o a lo mejor embarcarse en alguna de sus interminables discusiones sobre las mil cosas en que divergían sus opiniones. Si vuestra fe o esperanza así os hace pensar, ojalá tengáis razón.
Desde entonces y a lo largo de estos años, Eulogio, mi padre, he de decir que también se ha sentido reconocido y apreciado. Curiosamente un reconocimiento venido de donde menos se espera. Todas esas asociaciones de aficionados y coleccionistas de Pin Ball descubren un día que seguramente uno de los pocos diseñadores de Pin Ball conocidos y reconocidos estaba vivo, del nombre muchos solo saben la inicial y el apellido, E. Pingarrón, que empezó serigrafiado en los tableros de las Odín de Luxe que fabricaba Sonic bajo licencia de Peyper, y que Eduardo Morales, su amigo, se había empeñado en que figurara allí. Si hasta en un pueblo hay una peña femenina que se llama “Las Pingarronas” por inspiración y en honor de la máquina que había en su bar favorito. Por cierto, todos los años por las fiestas del pueblo me mandan recuerdos y saludos para el señor Pingarrón.
Gracias a todos esos pinballeros que le reclamaban historias, anécdotas, cronologías o experiencias, pudo transmitir buena parte de la información que su prodigiosa memoria en aquel entonces atesoraba. Tener tal don es una bendición y a veces un castigo, pues recuerdas lo hecho y deshecho, los buenos momentos, las épocas gloriosas, los amigos, pero también las oportunidades perdidas y los momentos amargos. No ha guardado rencor a nadie, creo, y si aprecio a muchos. Tal vez cierta amargura por las veces que su generosidad fue recompensada con desprecio.
Sus pasiones, fuera de sus filias personales, fueron los Pin Ball y el sector. Para el “ser maquinero” era pasión y orgullo, y la excelencia era su fin. Era bueno, y se sabía bueno en su profesión. En eso no tenía modestia, a lo mejor era una de sus sombras y de sus debilidades, pues la mayoría de las fortalezas a veces tienen como contrapartida una flaqueza. Adoraba los mecanismos y la electricidad. Como empezó a trabajar apenas siendo un muchacho como aprendiz de electricista, llegando antes de hacer la mili a ser oficial de primera, conocía la mayoría de los oficios alrededor, pues el electricista antiguo necesitaba saber además albañilería y carpintería, y las herramientas de todos esos oficios. Siendo aprendiz y en cuanto hubo aprendido lo necesario, en un verano cambio la antigua instalación eléctrica de su casa, instalación que venía de la época de corriente continua, por una nueva para corriente alterna. Con quince años.
Fue persona de no pregonar sus buenas obras, que siempre que pudo donaba algo, y no limosna, seguramente porque nunca olvidó la infancia de hambre y privaciones. Porque el era tal y como pregonaba, del barrio de Salamanca, criado desde los pocos meses de edad en la calle Velázquez 113, y nunca se es más pobre que cuando se convive con gente con mejores medios que tú. Él no era de contar historias tristes, prefería provocar la sonrisa con chistes y anécdotas, pero un día, intentando sonsacarle historias familiares, me contó acongojado como estaba seguro que su abuelo, de quien le venía su nombre, había muerto de hambre al darse cuenta de que la comida que le daban sus hijos salía del plato de sus nietos y de ellos mismos, y no pudiendo consentir tal cosa dejo de comer. No os quepa ninguna duda de que mi padre haría lo mismo que su abuelo, mi bisabuelo, sin dudarlo, como lo más natural del mundo.
No quiero olvidar otra faceta por la que otros muchos le recuerdan, era un magnífico dibujante, raro era que de una reunión de la directiva de FACOMARE cuando él era miembro, no saliera alguien con una caricatura o retrato a bolígrafo bajo el brazo. Me contaba hace muchos años un amigo de la infancia, Matías, que teniendo mi padre apenas once o doce años, se ponía a pintar en el asfalto en medio de la calle de Velázquez, frente a su portal, a tiza, las figuras del “Guerrero del Antifaz” a tamaño natural, y los pocos coches que pasaban se paraban a contemplar aquellas figuras que parecía que iban a saltar a conquistar algún castillo en cualquier momento.
La desaparición de Eulogio Pingarrón es el fin de una época en el sector. Cuando el empezó, esto era un sector en sus albores, con todo por crear, la industria, las maquinas, las explotaciones, la legislación, las asociaciones. En algunas cosas fue el primero y hasta el mejor, en otras participo o vio como todo esto se desarrollaba, a veces hasta escandalizado o asustado, pero siempre enamorado de este sector. Y se ha ido con ideas bullendo todavía en su cabeza y con la pena de verme fuera del sector. Con él se va el ultimo maquinero (como el gustaba de llamarse) de verdad. No fueron hombre de negocios, fueron profesionales de un oficio que empezó en pañales, algunos triunfaron y otros no, pero todos ellos merecen nuestro respeto y recuerdo, pues sin ellos nada de esto sería ni la sombra de lo que es.
Óscar Pingarrón Durán
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Eulogio Pingarron ha sido uno de los pioneros de la industria de las máquinas recretivas, asi llamadas, y un gran diseñador de máquinas pinball, no solo del juego si no de dispositivos e innovaciones que han sido importantes en el desarrollo de ese tipo de juegos. Su contribucion con su entrañable amigo Juan Paredes fué determinante para el éxito de ,muchos modelos. Fué un constante pensador, siempre buscando soluciones que mejoraran los atractivos der los juegos, algo fundamental con un producto perecedero como son las máquinas de habilidad y destreza. En fin que creo que en todo su recorrido por la vida, dedicada plenamente a la industria, nunca ha dejado de pensar y crear.
Esto es solo un bosquejo de lo que se podria decir de Eulogio el creador, pero creo que Eulogio ha sido fundamentalmente un hombre bueno,leal, honesto y cabal, cin eso digo todo.
Fue siempre amigo de sus amigos, pero tenia otra virtud, que jamas le oirías una mala palabra sobre nadie.
Lamento mucho su fallecimiento y quizas hecho de menos no haber pasado mas tiempo con el, porque sus charlas siempre eran interesantes y siempre habria algo que se podia aprender.
Descanse en paz Eulogio, una buena persona y un gran profesional. Posiblemente mas amigo de sus amigos que estos de el.