Disfruta de la crónica de este apasionante capítulo de la historia de nuestro Sector, allá por el año1987
Presentamos el número 31 de la Revista AZAR, con Barrionuevo y la muy anhelada Ley del Juego como protagonistas
Han pasado 31 años, de modo que a muchos de nuestros lectores la imagen y el nombre de José Barrionuevo pueden decirles muy poco. Sin embargo, habría mucho que contar sobre la persona y el personaje: Barrionuevo, hijo de un Vizconde, se hizo socialista, ascendió en las filas del Partido de Felipe González y fue Ministro de Interior y después de Transportes. Finalmente, por su participación desde la primera de esas Carteras en el terrorismo de los GAL los Tribunales le enviaron a prisión siendo el político de mayor rango que acabó en la cárcel por aquellos crímenes conocidos como “delitos de Estado”. En lo que a nuestro Sector respecta y dado que entonces la regulación del Juego no era competencia del Ministerio de Hacienda, sino del de Interior, Barrionuevo se convirtió en el Ministro que prometió promulgar una muy anhelada Ley del Juego y después de interminables y angustiosas esperas no cumplió su palabra. Es cierto que bajo su mandato el Sector experimentó cierto alivio –quizá no podía ser menos cuando sustituyó en el cargo a Juan José Rosón, el autor de la catástrofe del “rosonazo”– pero no superó la inseguridad jurídica y normativa de una Industria que, surgida de un Decreto, siempre corría el peligro de ser suprimida en todo o en parte por otro simple Decreto.
En nuestras dos Cámaras, Congreso y Senado, la oposición tuvo posturas muy críticas con la trayectoria que Barrionuevo estaba dando a su Ley del Juego. El diputado del PP Gabriel Díaz Berbel se ponía estupendo al decirle: “Señor Ministro me da ganas de cantarle aquello de siempre me dices lo mismo, siempre me dices igual…” pero el asunto tenía vertientes mucho más serias cuando las acusaciones parlamentarias llegaban a oírnos decir: “No sabemos si el que tiene la palabra para que la Ley de Juego venga a esta Cámara es Frank Sinatra o la mafia internacional en vez del Gobierno de España”. Y todo ello salpimentado por intervenciones de otras Señorías como el senador Trías Fargas de Convergencia i Unió con perlas como esta: “No es aceptable que pensemos en revitalizar el juego; queremos controlarlo, queremos llevarnos una parte del dinero para dignificarlo en otras actividades”.
Era un contexto en el que podían suceder muchas cosas. Y una de las que sucedió fue la fiebre del oro de los rascas de la Generalitat que invadieron todos los rincones de Cataluña. El primer día de venta se agotaron el medio millón de boletos editados y se formaron colas ante todo tipo de comercios convertidos en expendedurías de la lotería autonómica. El temor y la incógnita estaba en la repercusión que esa “loto rapid” podría tener sobre las máquinas recreativas al atraer tan poderosamente el dinero de bolsillo de los ciudadanos.
Otro avatar contextual de resonancia fue la anulación por parte del Tribunal Constitucional de una sanción impuesta al Casino de Palma de Mallorca tras el recurso presentado por la Asociación Nacional de Casinos. Muy resumidamente el recurso decía que no podía imponerse legalmente una sanción cuando al no existir una Ley de Juego el Casino no vulneraba la ley. El Tribunal Constitucional lo reconoció y echó atrás la sanción del Gobierno Civil balear, pero el propio Sector se negó a magnificar esta sentencia y quiso reducirla a este caso concreto que tenía el defecto de aplicar criterios preconstitucionales.
Entre tanto, por supuesto, el Sector seguía adelante asociativa y empresarialmente. Tres pinceladas: ANESAR celebraba un exitoso encuentro en Sevilla sobre las máquinas progresivas con nuestro inolvidable Pablo Arranz al frente. Juan Paredes era entrevistado en nuestras páginas hablando sobre la suspensión de pagos de su firma JUEGOS POPULARES revelando que “No la hemos utilizado, pero tenemos una generosa oferta de FRANCO para fabricar sus máquinas”. En Madrid y Málaga se inauguran sendas nuevas sedes de CIRSA con unos eufóricos hermanos Manuel y Juan Lao que mostraban su satisfacción por alcanzar ya en su Compañía los 3.000 puestos de trabajo.
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