¡Oh Capitán, mi Capitan!
Como los alumnos del Señor Keating en la película “El Club de los poetas muertos”, el Sector debe ponerse en pie y recitar la famosa poesía de Walt Whitman… Se nos va uno de los mejores Reguladores de Juego que ha tenido la Industria. Pero… ¿se nos va o como en la película hemos colaborado en crear las circunstancias para que se fuera?
De lo que no tenemos duda es que al igual que el Profesor enseñaba a sus discípulos a reconocer la belleza de la literatura, Fernando Prats nos enseñó que el Sector había conseguido lo que siempre había querido: la normalización. Una normalización que, a pesar de lo paradójico daba miedo reconocerla. Porque amigos, si el Juego es una actividad económica más, una forma más de Ocio, el Juego tiene que estar regulado como lo que es, una actividad económica cuya misión es ofrecer Ocio y Entretenimiento a la Sociedad. Y ¡Ojo! esto es totalmente compatible con una política de Juego Responsable, de hecho ahí tenemos a SELAE y a la ONCE, Juegos de Azar totalmente normalizados, orgullosos de repartir felicidad a sus usuarios y al mismo tiempo enarbolando la bandera del Juego Responsable, incluso desafiando los límites de esa responsabilidad y no teniendo consecuencias, sin limitaciones en las distancias, sin controles de acceso, sin contingentación en el número de puntos de venta, sin restricciones a la hora de vender sus productos… y aún así, no solo están normalizados si no que despiertan la complicidad de toda la sociedad. ¿Será que sus Juegos al no tener una recompensa inmediata no son atractivos para las personas que potencialmente pueden tener un problema con el Juego? A pesar de que esta razón esta fuertemente implantada en la conciencia social, la Once tiene sus Rascas y SELAE lleva mucho tiempo queriendo incorporarlos en su cartera de productos y, nada, la percepción sigue siendo la misma, por lo que tampoco debería ser un argumento válido porque pensemos, es verdad que en el Juego Privado, en general el premio es inmediato pero también es verdad que la cantidad de dinero que se puede ganar y las probabilidades de conseguirla es radicalmente distinta por lo general. Por ejemplo, con un Rasca de 0,50 céntimos puedes ganar 1 Millón de euros y los premios máximos de una Máquina B no superan unos miles. ¿Será que SELAE y la ONCE desarrollan una obra social generosa? Otra razón que todo el mundo esgrime y que tampoco debería marcar la diferencia ya que el Impuesto Especial que soporta el Juego Privado se creo precisamente para que la Administración lo empleara en hacer obra social. Aquí el problema es que la mayoría de los Políticos incluso los potencialmente Reguladores de Juego ni lo saben y si lo saben, a veces, es como si quisieran obviarlo. Entonces, ¿qué es lo que pasa? La ONCE y SELAE están orgullosos de lo que hacen y contagian ese orgullo a sus usuarios, lo miman, lo potencian, lo agasajan y lo hacen de corazón porque verdaderamente creen que hacen algo bueno. Y aquí esta el quid de la cuestión, ¿está el Sector orgulloso de lo que hace? ¿orgulloso de los clientes que se divierten en sus juegos? ¿orgulloso de lo que aporta a la Sociedad? Son muchos los que si lo están, otros sin embargo, lo dicen pero parece que no lo sienten… y este puede ser el problema.
Teorías sobre las que debatir, cuestiones que se presentan incómodas pero con las que hay que lidiar y entre tanto, se nos ha ido uno de los referentes, uno de los que no solo estaba orgulloso de haber participado en el desarrollo y crecimiento de la Industria, dejando una huella imborrable, él y por supuesto, por todo su Equipo encabezado por Gracia Martín Duarte, sino que también lo proclamaba alto y claro y actuaba en consecuencia. Si como se dice en los mentideros sectoriales ha habido una traición y ha sido el propio Sector quien ha propiciado su ida… el futuro no augura nada bueno.
Creo que la pregunta que debe hacerse un político, o un Regulador, no es hasta dónde quiere el Sector que llegue el Juego, sino hasta dónde quiere la sociedad que llegue el Juego. Fernando Prats tuvo la lucidez de no confundir a la sociedad con el 0,3% de los jugadores problemáticos, sino de identificarla con el 99,7 de los jugadores normales; supo también no deslumbrarse ni acojonarse con las docenas de manifestantes que a veces salen a la calle, sino pensar en los miles de trabajadores que cada día se ganan la vida en el Sector sin dar gritos ni enarbolar pancartas; supo también estar al tanto de estadísticas y datos reales y no de los disparates esgrimidos por asociaciones caza-subvenciones, candidatos caza-votos y Prensa caza-lectores. Es decir que Fernando Prats cumplió con su función y como evidentemente es un hombre inteligente y con capacidad para comprender que la Industria tiene que evolucionar, no se dedicó a ponerle puertas al campo. Ahora que por todos lados aparecen quienes quieren darnos con esas puertas en las narices me temo que tengamos que echarle mucho de menos.