Miguel Durán publica sus memorias desvelando detalles controvertidos de su paso por la ONCE, COFAR y AEMAR

Miguel Durán, el que fuera todopoderoso Director General de la ONCE además de Presidente de TELECINCO y Onda CERO, también dedico unos interesantes años de su trepidante vida a la defensa del Juego Privado como Secretario General de COFAR y AEMAR, las Asociaciones Empresariales dominadas por CIRSA y FRANCO al comienzo del presente Siglo… El prestigioso abogado acaba de publicar sus memorias en un libro titulado ‘Lo que hay que ver. Memorias de un ciego que se impuso a todas las adversidades’ (Península), escrito con la periodista Esther Jaén, en el que Miguel Durán detalla episodios ciertamente comprometidos que a nadie dejaran indiferentes.

Y es que, son más de treinta años de Historia de España que resultan más fáciles de entender tras la lectura de la biografía del polifacético Miguel Durán, sin cuya figura no se entendería el antes y el después de la ONCE, a la que alude en el programa El Gato Al Agua, cuya intervención recoge el siguiente Vídeo dentro del cual afirma sin miramientos: “Dimití porque se desencadenó una guerra fratricida en el ámbito interno de la ONCE y porque mi excesiva notoriedad generó no pocas envidias y celos”.

Al citado espacio acude para presentar el libro, escrito con la periodista Esther Jaén, habla de estas cuestiones. Explica, por ejemplo, que hasta su dimisión en la ONCE rebajó su déficit de forma significativa, además de una importante facturación: “Cuando yo dimití estaba facturando 350.000 millones de pesetas y tenía un superávit importantísimo. Habíamos hecho la integración de todo el colectivo en el sistema de Seguridad Social, porque si no la ONCE hubiera quebrado. Gracias a mi buen entendimiento con Alfonso Guerra y con otros ministros del gobierno socialista, y conseguimos otro efecto que es muy importante: demostrarle a la sociedad española que los ciegos en particular y los discapacitados en general no teníamos que estar encasillados, necesariamente, en oficios como la venta del Cupón o ser telefonistas. Podíamos codearnos con…”, interrumpiéndole el presentador, Javier Esparza, quien, dándole la razón, sin embargo, le plantea si realmente había que “lanzarse a la conquista del universo para alcanzar ese objetivo”. A lo que Durán responde que “fue una opción de carácter personal: la tele a nosotros nos dio mucha prestancia y nos dio algo muy importante como es la retransmisión del Sorteo de la ONCE”. “La tele a nosotros nos dio mucha venta”, remarca, ya que con dicha retransmisión la venta “subió exponencialmente”, y el “el Sorteo se retransmitió diez años gratuitamente”. Además de darles “influencia, no se puede negar”, dice.

También alude a Onda Cero, “que yo parí, porque estábamos interesados en que la ONCE tuviera una radio”, un elemento muy querido para los ciegos, dice, un proyecto que salió bien, a diferencia de otros en medios escritos. Asimismo, afirma que dimitió de la ONCE “porque se desencadenó una guerra fratricida en el ámbito interno de la ONCE y porque mi excesiva notoriedad generó no pocas envidias y no pocos celos. Y porque ahí ya se planteó una guerra de competencias entre gente que quería desde el Consejo General atraer las competencias ejecutivas y yo no me plegué a ser un Director General vacío de contenidos. Y entonces ahí chocábamos y eso se resolvió como deben resolverse las cosas en una institución, pues tratando de que no aflorasen al exterior nuestras pugnas internas y yo preferí largarme. Continué en la presidencia de Telecinco, tenía también otras ofertas sobre todo de Multinacionales del Juego de Azar que me perseguían en el buen sentido de la expresión y empecé a ganar más dinero que en la ONCE, y también eso tenía su atractivo”. “Pero yo habría continuado a no ser por la lucha fratricida. Las guerras civiles son las peores de las guerras”, concluye Miguel Durán.

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