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Difundimos el cuarto artículo de José Antonio Gómez Yañez sobre "El Cliente, ese gran desconocido"

Los cruzados morales

Jóse Antonio Gómez Yáñez

Hay temas que dividen a la opinión pública en bloques irreconciliables: las industrias farmacéutica, alimentaria, petrolífera o armamentística, la energía nuclear (para producir electricidad), los toros, el juego, etc. En la opinión pública sobre ellos se mezclan datos y razones que suelen quedar enterrados entre los apriorismos e ideas negativas de sectores hostiles a ellos, muy activos. Las redes sociales permiten dar rienda suelta a las obsesiones de todo el mundo y se han convertido en caja de resonancia de estas posiciones. El resultado es una “conversación social” confusa en la que acaban entrando las Administraciones que se creen llamadas a regular algo que produce ruido social (o sea, que aparece en los medios, ese es su barómetro) y acaban tomando decisiones poco operativas que bloquean salidas lógicas: ¿la vida de los animales sometidos a las industrias farmacéutica o alimentaria ha mejorado por algunas polémicas?, ¿la energía nuclear es positiva en Francia y negativa en España? Son ejemplos de ruidosas polémicas que derivan en decisiones, normativas o leyes improvisadas para satisfacer a los más ruidosos, que sintonizan con algunos partidos porque sus propuestas encajan vagamente con las redes sociales que los sustentan.

“Hay temas que dividen a la opinión pública en bloques. Los datos y argumentos quedan enterrados en apriorismos y opiniones sin fundamento de sectores sociales obsesionados”

Evidentemente, todo en esta vida tiene un apoyo en la realidad. A veces las actividades mencionadas cometen errores que deberían evitar. Las condiciones en las que viven los animales sometidos a las industrias alimentaria intensiva y a la farmacéutica son innecesariamente crueles.

En la España reciente, la excesiva y agresiva publicidad del juego online en las televisiones y las llamativas fachadas de muchos locales fueron un error. Cuando estos excesos suceden se desencadenan polémicas en la opinión pública que desembocan en crisis reputacionales y salpican la imagen social de los clientes. Los errores y excesos de unos fortalecen el fundamentalismo de minorías recalcitrantes. Los sectores sensibles deben reflexionar sobre ello.

“A veces, algunos sectores comenten excesos que dan pie a reacciones en cadena”

El sociólogo norteamericano Howard S. Becker (¡ya en 1963!) planteó que el análisis de estas polémicas debe contemplar ambas partes, es decir, la interacción entre quienes hacen ciertas actividades (jugar, por ejemplo) y quienes transmiten visiones negativas y reprobaciones sobre ellas, clasificando negativamente a sus aficionados. Becker denominó a estos cruzados morales: minorías que creen que su misión es sagrada, que desean imponer a los demás su propia moral, creyentes en que si la imponen a los demás será bueno para ellos -aunque no la quieran-. A estas minorías las normas existentes no les satisfacen, pues existe un mal (el juego y las apuestas, por ejemplo) que les perturba íntimamente y creen que afecta nocivamente a la humanidad entera. Sienten que nada estará bien en el mundo hasta que las leyes corrijan ese mal. Obviamente, el cruzado moral es un obsesionado, ferviente e intransigente y se siente moralmente superior a quienes trata de imponer sus normas. Para imponer su criterio los cruzados morales exageran la importancia del pretendido mal dando cifras gigantescas de afectados. Y, naturalmente, se sienten víctimas. En un clima social dominado por una nueva moralidad esto granjea complicidades:

Antes la gente iba de héroe, ahora se inventa cosas para ir de víctima” (Nacho Canut, Fangoria. El Mundo 13-04-2019)

En su camino para establecer nuevas normas que restrinjan la actividad que detestan, los cruzados morales encuentran aliados. Los expertos, normalmente algunos psiquiatras y psicólogos cuya visión de los problemas está profesionalmente sesgada hacia lo problemático (sólo ven en su trabajo personas afectadas por excesos con la comida, la bebida, las compras, el trabajo, integrantes de familias disfuncionales, con trastornos de todo tipo …), algunos periodistas y algunos  profesores universitarios que buscan temas para publicar y funcionan como caja de resonancia de estas posiciones, cuya intervención es clave para desarrollar un discurso “técnico” y generar un clima de “alarma social” que conduce a la intervención de los legisladores, ya sean parlamentarios (en España hay ±1.650) o funcionarios,  interesados en establecer normas, porque es su trabajo (y porque algunos de ellos creen “salomónicamente” que en el punto medio entre el sentido común y la intransigencia está la virtud; o tratan de cubrirse ante la insistencia de estos individuos inasequibles a lo razonable). Este encadenamiento de actores no es una alianza o una conspiración, es una dinámica que engrana intereses distintos.

Aunque los “cruzados morales” sean muy minoritarios, nunca se debe subestimar la influencia de los individuos monotemáticos.

 

“Las Administraciones intervienen cuando hay ruido en los medios. A veces parecen creer que la virtud está en el punto medio entre el sentido común y la intransigencia”

¿Quiénes son los cruzados morales?

Los cruzados morales contra el juego, con opiniones abrasivas sobre la actividad y sobre sus clientes (la palabra “jugador” aparece en la opinión pública rodeada de atributos negativos gracias a estos “etiquetadores”) surgen de dos nichos aparentemente contradictorios.

Son una parte de quienes se sitúan ideológicamente en la extrema izquierda y otra parte de quienes pueden considerarse integristas religiosos. Los primeros son los más visibles e influyentes, ya que filtran sus opiniones en los tejidos políticos de los partidos de esas ideologías. Los segundos tienen más dificultades para acceder al escenario político ya que, por definición, su actividad se centra en las redes de creyentes religiosos, pero pueden entrar en esas redes. No es algo nuevo, la aversión al juego crece en paralelo a la intensidad de las creencias religiosas, algo lógico ya que la aleatoriedad del juego escapa a las reglas de las recompensas según su visión del bien y del mal que predican los clérigos de cualquier religión.  También se han comprobado “las fuertes asociaciones entre religiosidad y diferentes formas de prejuicio, el racismo o el sexismo” (Simkin y Etchezahar, 2013) y con las personalidades autoritarias (Adorno et al., 1950). El rechazo al juego crece en paralelo a la intensidad del sentimiento religioso de los individuos.

“Los cruzados morales son integristas religiosos y de extrema izquierda”

El futuro de las normas restrictivas y los cruzados morales.

Si los cruzados morales obtienen su propósito, normas restrictivas, se desencadena un juego ambivalente. Aparece un nuevo actor (o funciones nuevas de actores existentes): el ente administrativo encargado de hacer cumplir la norma. Lo habitual es que estos entes afirmen que gracias a sus esfuerzos el problema está a punto de solucionarse. Pero los cruzados morales insisten para afirmar que el problema está peor que nunca por la gran cantidad de infracciones. Dará igual que sean “0” su discurso sólo puede ser ese, ante el riesgo de convertirse en “moralizadores jubilados” y quedar fuera de la circulación y de la atención que han obtenido. Para ellos, las buenas noticias, que las cifras del problema sean bajísimas, son un problema. Lo normal es que los entes administrativos eludan tropezar con estos sectores con tal capacidad de creación de opinión pública y de moverse por los entresijos de la política y los medios.

El otro actor son los potencialmente “clasificados” como problemáticos. Estos, generalmente, están desorganizados. El resultado entre este desigual choque en la opinión pública es fácil de suponer.

“Las normas restrictivas no sacian a los cruzados morales. Si dijeran que funcionan se convertirían en jubilados morales”

Nota final

Gran parte de lo anterior es sólo una traducción del libro de Bécker, aunque parezcan actuales. Son líneas que tienen más de medio siglo.

Referencias:

Becker, Howard S. (2009). Outsiders. Buenos Aires: Siglo XXI.

Adorno, T.W., Frenkel-Brunswik, E., Levinson, D.J., y Sandorf, R.N. (1950). The authoritarian personality. New York: Harper.

Simkin, H. y Etchezahar, E. (2013). “Las orientaciones religiosas Extrínseca e Intrínseca. Validación de la ‘Age Universal’ Scale en el contexto argentino”, Psykhe, 22,1, 97-106. ISSN 0717 0297. doi: 10.7764/psykhe.22.1.477


 

José Antonio Gómez Yáñez. Doctor en Sociología (Premio Extraordinario). Miembro de Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III. Formó parte del Consejo Asesor de Juego Responsable de la DGOJ (2013-2017).

VER AZARplus 31/03/22.- Nº1: El Cliente de Juego, ese gran desconocido. ¿Porqué se juega?

VER AZARplus 7/04/22.- Nº2: El Cliente de Juego, ese gran desconocido. El gasto de tiempo y dinero en el juego

VER AZARplus 13/04/22.- El juego de entretenimiento facilita las relaciones sociales

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