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Los Casinos y el yugo de los Impuestos

La inauguración del Casino Admiral de Sevilla y la inminente apertura de su compañero de escudería en Granada a finales del verano, a los que dedicamos buena parte del contenido de esta edición de AZAR, ponen de plena actualidad la realidad de estos grandes centros de Juego y Ocio, los Casinos, en nuestro país.

La primera impresión es que es una realidad deslumbrante: todo en los Casinos funciona de maravilla e introducirnos desde el primer paso en un ambiente de comodidad, atenciones, seguridad y, por supuesto, con la base de la diversión y la intensidad de emociones inherente al propio juego en sus versiones estelares de la ruleta, los juegos de cartas, las máquinas más increíbles y una oferta de apuestas deportivas acompañada de las mejores prestaciones. Y es una impresión real, pero tras de ella hay otra realidad en la sombra, fuera de la visión de los visitantes de los Casinos y también del conocimiento de la mayoría de la población e incluso de los medios de comunicación: la mayor parte de los Casinos que hoy funcionan en España no son tan rentables como parecen.

Está claro que todo negocio o empresa privada puede no ser viable. Pero nuestros Casinos sí funcionan, son viables y podrían ser rentables. Podrían serlo mientras hacen lo que están haciendo: mantener muchos puestos de trabajo, ser polos de atracción turística, brindar una gran oferta gastronómica, ser punta de lanza del lanzamiento de productos tecnológicos innovadores, programar espectáculos y encuentros sociales y culturales relevantes, colaborar con entidades e iniciativas solidarias… ¿entonces? ¿qué maldición planea sobre ellos para mantenerlos en peligro?

Bueno, no es una maldición, ni un mal de ojo, no es una epidemia o una plaga, aunque quizá más de uno tenga la tentación de considerarlo así a la vista de sus efectos. Es la carga fiscal que sufren, unas tasas e impuestos por diversos conceptos que pueden llegar a asfixiar los recursos de las Salas.

Esa fiscalidad no puede justificarse en un mercado sano. Abrir una mesa de juego en un Casino no puede estar gravado con 60.000 euros de impuestos al margen de que la mesa genere o no beneficios. Es irracional. Y lo peor es que quizá es persecutorio y responde al espíritu antidemocrático de penalizar al Juego Privado esté donde esté y sea el que sea.

Tras el placer y la ilusión generada por la inauguración oficial del Casino Admiral Sevilla, tras la admiración sentida por el trabajo que se realiza al sacar adelante un proyecto de estas dimensiones, se hace evidente que no puede, no debe, existir ninguna “maldición” que pueda estropear las cosas. Y es que, como ya hemos dicho muchas veces en esta tribuna: hay que bajar los impuestos a los Casinos.

Este Editorial será publicado en la Edición de Agosto de la Revista AZAR

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