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Artículo de Opinión de CARLOS LALANDA

La Publicidad del Juego, esa prostituta (o, por si acaso, “prostituto”)

Carlos Lalanda

Vale para todo y para todos.

Vale para satisfacer a los operadores de juego de las ansias de venta de sus juegos, desde los juegos y apuestas online, hasta las loterías estatales.

Vale en sus contenidos para reforzar la satisfacción del “jugador”, para quien el juego es un amante, imprevisible, caprichoso, que hace que tiemble de deseo (Luis Díez y Daniel Díez: “Jugad, jugad. Malditos”2020 ).

Vale para remachar y tapar los agujeros de las cuentas de explotación de los medios de comunicación en las peores épocas.

Vale para mantener la ilusión de miles de aficionados de clubes deportivos que solo pueden subsistir con las aportaciones económicas a modo de “patrocinio”.

Hasta vale para mantener enconadas controversias en torno a la legalidad o ilegalidad, a la libertad o la prohibición, que tanto nos gusta a los juristas. Yo estoy más en este terreno.

Incluso vale para justificar la existencia de un Ministerio, el de Consumo, que no tiene otra justificación que la de imponer una cuota de Gobierno.

Es la Publicidad de los juegos, ahora en sede de Publicidad de los juegos estatales, convertida ya en una simbólica prostituta del tiempo y del espacio en que nos encontramos, recién salidos y noqueados todos de un “estado de alarma” (una especie de “estado de ensoñación”).

Nadie duda de que cualquier negocio que sea lícito puede y debe sustentarse en darse a conocer mínimamente al público, no puede ser secreto o clandestino. De mantener otra cosa lo más adecuado sería prohibirlo. O quizás, de nuevo la comparación con la prostitución, reconocer que el juego de azar es tan antiguo como el mundo, y situarlo en el terreno de los deseos, de la “alegalidad” (sí, aquí sí que procede esta manoseada expresión).

Cansados de repetir

Por si alguien no lo sabe todavía:

La publicidad de los locales y juegos “presenciales” abiertos legalmente al público y que podemos utilizar en cualquier calle de nuestras ciudades están sometidos a numerosas restricciones autorizatorias legales y reglamentarias por parte de las Comunidades Autónomas (algunas excepciones, por cierto, muy notorias, no eliminan la regla general)

La publicidad de los juegos de loterías de SELAE y de la ONCE, por el contrario, no han tenido limitación alguna, y los operadores públicos se han contenido muy poco o nada en la utilización de los mensajes o de las partidas presupuestarias destinadas a ella.

La publicidad de los denominados juegos y apuestas online, desde la Ley del Juego de 2011 ha sido la “niña bonita” para todos los citados al comenzar este modesto comentario (perdón por la expresión castiza, literaria, incluso binguera, que rompe con toda prevención lingüística de género). Libre, en ocasiones voluptuosa, y como en las relaciones amorosas no admitidas socialmente por todos, en algunas ocasiones excesivamente expuesta y visible al público en general, incluidos sus detractores y enemigos ideológicos.

Y en esas nos encontramos ahora. En un nuevo giro del Reglamento de Publicidad de los juegos estatales, necesitado por Ley y por todos, tres o cuatro veces formulado y proyectado, otras tantas paralizado, y finalmente, como en el oscuro trasmundo de la prostitución, utilizado a su antojo por el Ministro para contentar a muchos de sus seguidores partidistas introduciendo modificaciones de última hora que nos acercan a una especie de “coitus interruptus (normativo)” cuando todo estaba a punto de culminar con su aprobación.

¿Qué ha cambiado de ayer a hoy?

Si nos atenemos al texto del nuevo borrador que ahora es ampliamente publicado en medios, y glosado por el propio Ministro de Consumo en sus manifestaciones públicas, se trata de dejar a los juegos online en la práctica “clandestinidad”, (el que quiera ver un anuncio o una marca de producto, incluso en internet, que lo haga de 1:00 a 5:00 de la madrugada), anulando las técnicas promocionales al uso;  mientras que para las loterías de SELAE y la ONCE vale todo o casi todo.

Los niños de San Ildefonso pueden seguir utilizando utilizar sus virginales y puras manos para la extracción y cante público de las oníricas y simbólicas bolas de la suerte en un día de cada año que abre el período de la Navidad (no es nada nuevo, así estaba ya en 1771); y la ONCE puede seguir manteniendo su situación “extramuros” del control de la Ley del Juego a favor del Consejo del Protectorado de la ONCE (encabezado ahora por el Ministro de Derechos Sociales y Agenda Social 2030, Sr. Iglesias).

No voy a descender mucho más en el análisis técnico del texto y de los cambios, resulta ya hasta aburrido hacerlo, y me remito a los numerosos y sesudos comentarios expresados en varias publicaciones. Entre otros, véase la Página web de Loyra Abogados a este fin:  www.loyra.com

Como curiosidad estilística, las modificaciones gramaticales, los retruécanos y expresiones forzadas que alguien ha introducido a última hora para mantener una política lingüística normativa de igualdad de género: se ha sustituido la expresión “jugador” por la “persona jugadora”; o incluso “los menores por “los menores y las menores”; esto ya viene de muy lejos desde la pionera Cataluña, lo que abona de nuevo las críticas furibundas que de vez en cuando emite y con razón el prestigioso escritor y académico Arturo Pérez Reverte.

Me da igual: la publicidad (femenino) o el fenómeno publicitario (masculino): “prostituta” o “prostituto”.

Contenido y texto a su vez maltratado y prostituido en esta nueva versión que, de nuevo, ha viajado a Bruselas, (véase en este enlace el comunicado al TRIS ) no se sabe a qué fin concreto. Ahórrense las alegaciones, pues en la comunicación se aluden a razones de urgencia para no esperar al transcurso de los plazos de status quo ( normalmente 3 meses), para aprobarlo. Nadie hubiera imaginado, y hay que felicitar al impulsor de esta idea, utilizar el virus Covid 19 para justificar la urgencia de aprobar un Reglamento como este.

Ayer, y hoy, como hace casi 10 años, he visto lo mismo: las marcas publicitarias en las camisetas de los jugadores de fútbol, ahora en un estadio sin público, pero con anuncios en vallas, que todos los días ahora acompañan las reseñas ligueras; anuncios en todas las cadenas privadas de TV de marcas y promociones de juegos y apuestas online; y también el lanzamiento de la campaña publicitaria del sortero de Navidad de este año, a bombo y platillo en todas las cadenas de radio y TV, así como el de los innumerables sorteos y cupones de la ONCE.

Quizás mañana definitivamente todo esto empiece a cambiar, con el Nuevo reglamento …….. si algún Tribunal no lo impide.

Madrid, 10 de Julio de 2020

Carlos Lalanda Fernández

Socio Fundador de LOYRA ABOGADOS

VISITAR WEB OFICIAL DE LOYRA ABOGADOS

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