LA ECUACIÓN DE LOS BINGOS Y SALONES por David Ballesteros 

David Ballesteros

Mucho se lleva hablando en los últimos tiempos de estos dos subsectores que conviven en un mismo mercado. Como toda ecuación hay que saber identificar cuál es la constante y cuál es la variable…

La existencia de subsectores dentro de un mismo sector es muy común en la economía española, solo hay que ver las diferencias de restaurantes, cafeterías y bares, de discotecas y bares de copas, de hoteles, hostales y apartamentos turísticos. Y así podríamos poner un sin fin de ejemplos.

Hay muchos que consideran estas diferencias entre bingos y salones como únicas del sector del juego, pero como hemos puesto de manifiesto no lo es.

Al referirnos a la ecuación vemos con el avance de los tiempos, que la variable indiscutiblemente han sido los salones. Todo avance normativo, tecnológico y tributario ha sido para productos que han tenido su cabida y éxito en los salones.

Lejos quedan aquellos salones de billares y futbolines, de máquinas A, etc. A los salones llegaron las ruletas, las apuestas, las máquinas B especiales, el aumento de apuesta y premio, el aumento de ciclos, las máquinas de video-bingo, bingo electrónico, etc. Todo ello sin más limite que el mero espacio que tengan en sus instalaciones.

Obviamente desde el punto de vista tributario hubo bajada de tasas, pagos aplazados, la llegada de las multipuestos, bajas temporales, canjes, interconexiones de máquinas, sistemas de jackpots, etc.

Esto es una mera síntesis, ya que la llegada de nuevos negocios, de mayor número de producto, no ha sido proporcional ni mucho menos al aumento de exigencias en sus instalaciones, permisos, controles de jugadores, etc.

Como decíamos, en la ecuación nos falta la constante y esta es el bingo… El bingo ha sido el gran olvidado de la administración, en numerosas ocasiones de los fabricantes, y al olvido se le acopló un castigo no acorde con la actividad de los mismos.

De la llegada de nuevas tecnologías, dígase máquinas tipo ruletas, especiales B etc. En la mayor parte de los casos los bingos han sido vetados descaradamente, y cuando han conseguido poder introducir estos productos en su mayoría tarde, se les ha limitado en número, a unos criterios desproporcionados, es decir, o bien, límite por imperativo legal , por ejemplo solo puedes tener 5 puestos, ó 6 o una multipuesto, o se ha dado el caso que sea en base a un número de plazas de bingo, es decir, cada “x” plazas de bingo puedes tener una máquina de nueva tecnología. En otras ocasiones sencillamente estos nuevos productos no podían llegar a los bingos.

También existen los casos incluso que la máquina del bingo tiene menos apuesta y premio que la máquina del salón, algo así como que un bar tuviera una máquina más potente que un salón.

Tras todo ello, cuando los empresarios de bingo ya podían poner estos productos nuevos chocaban con la administración en dónde o cómo colocarlos en sus establecimientos, en unos casos era la administración donde te decía donde colocarlos, en otros necesitabas un cambio de parte de la licencia, en otros problemas con los ayuntamientos y así un sin fin de trabas mientras esas máquinas ya trabajan a sus anchas en los salones.

Además de ello, la administración en el bingo mantenía unos tipos tributarios cercanos al 60% de tributación y con un corsé en el desarrollo del juego del bingo que lejos de ser una actividad libre es una actividad estancada. El empresario no ha podido dar a los clientes el producto que demandan.

El 99% de los reglamentos de bingo te dicen desde como se debe de cantar una bola de bingo a como se deben de vender y recoger lo cartones, incluso los empleados que tenías que tener y que funciones tenían que tener etc.

No vemos, que en le caso de las máquinas que a un fabricante se le impida tener una temática en concreto en sus gráficos, es decir, que es como si se prohibiese usar temática de frutas en las máquinas y que si coinciden unas frutas no puedas dar un premio que se ajusta a los limites de la normativa. Esto en el bingo ha pasado y pasa.

Esto cuanto menos es absurdo. El empresario del bingo debe de hacer su actividad como crea conveniente para su negocio con los límites mismos que puede tener una máquina es decir máxima apuesta y máximo premio, todo lo demás, siendo informado por el empresario a sus clientes y a su administración debe de ser legal.

Los bingos además tienen unas características que distan mucho de los salones, por dimensiones, por avales, por garantías, por personal, por preparación del personal, por exigencias del personal, por horarios, por controles de los clientes, e incluso en comunidades tienen obligaciones de tener cámaras que graben para la administración, toda la documentación de cada partida guardada en actas, guardar registros de clientes, etc.

Esto es solo ejemplos de un sin fin de diferencias, además los bingos, en contra de opiniones al respecto, toda la vida han tenido máquinas en su admisión, en la mayoría de ellas por cierto, gestionadas o explotadas por operadores de calle o de salones, por ello, es difícil que se justifique una hipotética propiedad monopolística de las máquinas para con los salones.

Lejos de acercarnos a dar claridad a todo esto existen detalles absurdos que condicionan una actividad sí y otra no, como es posible que para jugar a una máquina en un bingo con misma apuesta y premio que un salón, esta deba de tener una ubicación concreta en el bingo (normalmente detrás de admisión) y en un salón no, límite en el número de estas máquinas, y lo que es más discriminatorio, ¿cómo es posible que para que el mismo cliente juegue en un establecimiento u otro, en el bingo deba registrarse y verificar todo tipo de datos y en un salón no?. Es decir sistema de registro previo (con almacenamiento en actas supervisables) con estructura de admisión, no un control somero o aleatorio de algún cliente, por lo tanto, si entras a jugar te registras antes sino no entras.

En el 80% ó 90% de los bingos de España las partidas normales que no son primadas no superan ni de lejos los 500€ de premio y en el resto a lo mejor tienen alguna al año si es que la ven, y aún así el cliente es controlado hasta la saciedad antes de entrar mientras que en un salón tiene una máquina que puede incluso llegar a premios de 6.000€ y entra y sale sin control alguno, por ser más claro, hay bares que con sus máquinas de 500€ de premio tienen posibilidad de dar más premio que la mayoría de los bingos de España.

Hay comunidades incluso que si el cliente es extranjero y no tiene NIE sancionan si le dejas pasar con pasaporte cuando a los salones acceden sin tener que presentar nada dándose una situación de competencia desleal absoluta.

La actividad de bingo, por si fuera poco todo lo relatado, para poder hacer una organización libre de su juego de bingo y lograr una tributación acorde con el resto de subsectores, la mayoría de las administraciones por justificación política exigen cambio de juego, es decir, que si variar el número de bolas que no sea de 90, que si incluir otros premios que no sean bingo y línea, que si debe de ser electrónico y no en cartón, que si debes de tener una venta electrónica y otra en cartón, así un sin fin de excusas lejos de la verdadera intención del empresario del bingo que es quien conoce a su clientela.

Por si ello fuera poco, el bingo no puede ni debe perderse el poder incluir todo tipo de máquinas y novedades de las mismas en sus establecimientos, porque tiene instalaciones que cumplen con holgura todos los requisitos y porque ofrece mayores garantías a los jugadores que las que ofrecen los salones.

Tan legítimo es que los salones exijan para ellos, como los bingos lo hagan también, lo que no puede ser es que no haya equilibrio en las exigencias, exigir lo bueno conlleva otra serie de requisitos que se deben de cumplir y es necesario que al bingo se le reconozca de una vez su condición de establecimiento TOTAL de juego.

El bingo debe de convertirse en aquello que el empresario de ese establecimiento crea que es rentable para su negocio cumpliendo, como no, con la legalidad y tiene el mismo derecho, cuanto menos que el resto de los empresarios de los demás subsectores.

¿Como es posible que haya empresarios de salones que denigren a los bingos porque pueden ser competencia cuando hay comunidades con un número de salones cercanos a 1.000, mientras los bingos no llegan ni a 40 establecimientos?.

Es importante que la Administración analice lo que esta sucediendo porque lógicamente los números no fallan.

David Ballesteros, CEO del Grupo Ballesteros 

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4 Comentarios

  1. Excelente artículo David. La proporción de expansión de los salones es hasta de un 500% en los últimos años, y de reducción en los bingos de un 60%.
    La relación de personal entre un salón y un bingo es de 2/30.
    La relación tasas es más de 3 veces superior
    El control fiscal, entradas, medidas de seguridad, avales etc es incomparable, a favor de salones.
    Pero de qué habla el presidente? Pocos de ellos se hacen cargo de bingos. No conozco ninguno que vaya abriendo bingos, al contrario sí.

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