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Artículo de Opinión en Exclusiva de Eduardo Morales Hermo

La demonización del Juego y la respuesta de la Industria

Eduardo Morales Hermo

En primer lugar, hemos de dejar algo claro que no tiene réplica: “El juego es una de las pocas actividades sociales que ocurre en casi todas las culturas y en todos los períodos de tiempo: a este respecto se puede decir que es prácticamente un fenómeno universal en las sociedades humanas” – Jan McMillen, the former director of the Australian Centre for Gambling Research.

La polarización de la política crea un terreno fértil para una doctrina contra el juego que apela tanto a la ideología marxista como al moralismo de derecha. En una serie de jurisdicciones, el endurecimiento de la regulación se ha visto facilitado por el aumento de la influencia de los partidos populistas (el movimiento de Cinco Estrellas de derecha en Italia y las izquierdistas unidas en Podemos o Podemos en España, por ejemplo) y figuras políticas de que lo utilizan como herramienta de trabajo.  El juego es un área natural de interés para aquellos que buscan ejercer control sobre sus conciudadanos.

Mientras tanto, las redes sociales han entregado un megáfono a un pequeño grupo de activistas que se han dado cuenta de que las personas en puestos de autoridad reguladora-política tienden a ser sensibles a la invectiva enojada. Es uno de los aspectos más decepcionantes del debate político que muchos de los que hacen campaña sobre el juego como un problema de salud mental parecen ver el acoso cibernético como una táctica legítima para perseguir sus objetivos.

Hace veinte años, el fallecido Profesor Bill Eadington describió el problema del juego como el “talón de Aquiles de la industria del juego legal”. El profesor Eadington observó con razón que, si no se aborda de manera significativa las consecuencias potencialmente graves del juego excesivo, la industria es vulnerable a la agitación social y la intervención política. Fue una idea que muy pocos operadores en muy pocas jurisdicciones realmente captaron en ese momento.

El profesor Bill Eadington, fué un economista y fue uno de los primeros académicos en estudiar el juego, como una fuerza para el desarrollo económico y un problema social desafiante y fue presidente del Institute for the Study of Gambling and Commercial Gaming at the University of Nevada, Reno.

El profesor Eadington llegó a Las Vegas por primera vez a fines de la década de 1960, y el viaje comenzó descubriendo el juego de manera rentable. Mientras su cuñado hacía apuestas en una mesa de blackjack en el Casino Aladdin, él estaba detrás de él contando cartas. Pronto, habían ganado alrededor de 1,000 dólares. El profesor Eadington, un experto en matemáticas estaba cursando su doctorado en economía en ese momento y consideró por un momento aplicar sus habilidades como jugador profesional. Luego comenzó a perder, y volvió a la escuela de posgrado en California. Pero regreso para dedicarse a estudiar el juego y sus implicaciones económicas y sociales.

Esto viene a cuento, porque hay una falta de autoridad en las afirmaciones del sector en la “defensa” de una actividad que está siendo atacada con argumentos falaces y faltos de soporte empírico, y hacer llegar números y datos de la importancia socio económica de la actividad no es suficiente para acallar a los que están “utilizando” el juego como arma arrojadiza que capta voluntades entre personas poco favorecidas por el conocimiento, centrando la base de sus argumentos en casos aislados y explotando de manera magnífica aquellos datos negativos, que siendo mínimos son magnificados para hacer relevante una minoría insignificante que pueden ser considerados problemáticos, contra una abrumadora mayoría de personas que participan normalmente de la actividad.

Es muy posible que el daño debido al juego sea un problema que se llega a percibir que pueda legar a afectar a toda la población. Sin embargo, esta afirmación ha dejado de ser un tema de debate dentro de la comunidad científica; y muchos investigadores y médicos altamente experimentados simplemente no respaldan ninguna teoría que catalogue jugar como una actividad de riesgo excepto para una ínfima minoría de individuos susceptibles de caer en una adicción al juego como a muchas otras y que ni siquiera son comparativas como puede ser el tabaco o el alcohol, cuyos efectos sin incomparablemente más graves en las consecuencias para la salud y infinitamente mayores en volumen o cantidad de afectados . A pesar de esto, la doctrina del juego como una actividad inherentemente dañina está desplazando (dentro de ciertos círculos regulatorios y políticos) la conceptualización de los juegos de azar como un pasatiempo u ocio legítimo para los adultos.

Con mucho, el elemento más alarmante de la agenda que podemos percibir hoy día está dirigido no solo a la industria (que también), sino a los consumidores: la ambición entre algunos activistas e investigadores de hacer del juego una actividad “socialmente inaceptable” (uno de varios paralelos fabricados con el tabaco). Si bien se posiciona abiertamente como una respuesta a las preocupaciones de salud, aquí hay una pizca de moralismo que se remonta a las concepciones teóricamente pasadas del juego como una actividad pecaminosa.

Entonces, ¿cómo debería responder la industria? El esfuerzo y los recursos gastados por la industria del juego para hacer frente a la opinión publicada y activistas que – ya sean políticos o impulsados por éstos – son ahora más considerables en términos absolutos en relación con hace cinco años. Y este esfuerzo debe ser sostenido y la efectividad de estas acciones agudizada.

Sin embargo, minimizar la percepción del daño es un desafío complejo y requiere un examen minucioso y un pensamiento detallado. Todavía hay una tendencia dentro de algunos participes de la industria hacia los grandes gestos y negaciones grandilocuentes, y esto crea la idea de que la intención es apaciguar a los críticos en lugar de abordar los problemas.

Existe el peligro de que, al intentar aplacar a los dogmáticamente opuestos al juego, se pierda el apoyo de los aliados (por ejemplo, otros miembros de la industria de otros segmentos menos atacados e incluso consumidores). En particular, los operadores deben resistir la tentación de cometer grandes gestos en nombre de la responsabilidad social y luego exigir que todos los demás hagan lo mismo. Casi todos los reveses regulatorios y fiscales sufridos por diferentes partes de la industria en los últimos cinco años han sido defendidos de manera unilateral y falto de unidad. Una mayor cohesión de la industria depende que seamos capaces de aprender esta lección rápidamente.

Los operadores deben mostrar un gran sentido de autocrítica, defendiendo su negocio como una actividad comercial dentro del entorno del ocio y entretenimiento, también (y tomar medidas correctivas) donde se equivoquen, pero no deben sentir la necesidad de disculparse por su existir o llevar a cabo esta actividad. La razón por la que tenemos empresas de juegos de azar es porque los ciudadanos los demandan y los quieren, o como decía un eminente economista y neurocientífico – Don Ross otro estudioso del juego del University Colleg de Cork – “Las industrias de juegos de azar existen en parte como soluciones a problemas de coordinación, proporcionando puntos focales donde las personas que desean apostar por cosas pueden encontrar oportunidades de apostar y otras personas contra las cuales apostar. Las personas valoran tener puntos focales comunes estructurados preestablecidos para el juego como una actividad social”.

Es importante mantener un discurso uniforme desde todo el sector y no vale que se puedan percibir y hasta ver voces discordantes o disonantes. El sector del juego lo es todo en su conjunto y tratar de diferenciar entre presencial y digital para dirigir ataques o solicitar modificaciones de normativa (ya sea publicidad u otros aspectos), pero solo en una dirección, no ayuda a hacer llegar un mensaje uniforme; además no deben considerarse enemigos a los distintos segmentos o canales de juego, simplemente tienen u otro producto o contenido o lo canalizan de una forma distinta; pero es juego tan legítimo como el de los que lo tratan de utilizar para “defender” su posición.

La industria del juego debe consensuar su posicionamiento para consolidar un discurso coral pero uniforme, sin ser necesario que haya un solo interlocutor, pero que quien sea el que “de la cara” lo haga con los mismos argumentos.

La dispersión actual de los discursos ya sea por asociaciones regionales o de cada segmento, la falta de consenso del discurso por parte del juego presencial y el digital, es algo que ha de superarse para bien de la industria. O no es cierto que casi todos los operadores de juego presencial (ya sean fabricantes u operadores en los distintos segmentos), están ya apostado por una oferta omnicanal ¿? pues bien, no se puede tener un discurso que no tenga en cuenta los intereses generales que en muchos casos son los de una misma empresa que tiene interés en ambos canales. Aquí hay que destacar que los representantes del juego digital mantienen una postura respetuosa y nada agresiva con el sector del juego presencial, y tienen u perfil más bajo en sus formas de actuar para llevar a cabo sus reivindicaciones.

La defensa, (que no a la defensiva), de la actividad debe tener un alto grado de naturalidad y enfocada fundamentalmente en su legitimidad, con datos incontestables porque los activistas y periodistas que están gestando esta tendencia negativa no tienen ni la razón, ni los argumentos ni esa legitimidad.

Y no olvidemos nunca que cualquier limitación de la actividad que se desvié de la demanda provoca la desviación de esta hacia donde puedan encontrar lo que buscan; históricamente hacia la ilegalidad, él exceso de regulación injustificada provoca la aparición de una oferta no regulada, es algo que se repite hasta la saciedad.

Y creo que esto vale como coronario de este comentario que hago en términos de “gravis animus jocandi”

Bibliographic:

  • Jan McMillen, former director of the Australian Centre for Gambling Research • William R. Eadington, Economist, President of the Institute for the Study of Gambling and Commercial Gaming at the University of Nevada, Reno. – Gambling and Society: Interdisciplinary Studies on the Subject of Gambling – Gambling and Commercial Gaming: Essays in Business, Economics, Philosophy and Science – Gambling Behaviour and Problem Gambling
  • Gambling and the Public Interest – 30 Apr 2003 by Peter Collins, University of Salford as Director for Centre for the Study of Gambling and Commercial Gaming
  • Dr Don Ross Professor of Philosophy | University College Cork
  • Regulus

Eduardo Morales Hermo

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