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Esperando a Julot

Siempre he querido escribir como Samuel Beckett. El escritor y amigo del gran Joyce es uno de mis referentes literarios, pero su estilo es único. Sólo Beckett puede escribir como Beckett, pero hoy juzgo necesario someterme a ese ejercicio literario de tan inalcanzable altura. Algo tengo que hacer para superar la depresión intelectual sobrevenida como consecuencia de los casi cuarenta segundos dedicados a ver y escuchar el programa Gran Hermano… Esta aventura comercial televisiva, ahora relacionada con Luckia, puede ser la responsable del probable derrame cerebral que espera en los confines neuronales de mi identidad corpórea… En fin, vamos a ello.

Siempre he querido escribir como Samuel Beckett. El escritor y amigo del gran Joyce es uno de mis referentes literarios, pero su estilo es único. Sólo Beckett puede escribir como Beckett, pero hoy juzgo necesario someterme a ese ejercicio literario de tan inalcanzable altura. Algo tengo que hacer para superar la depresión intelectual sobrevenida como consecuencia de los casi cuarenta segundos dedicados a ver y escuchar el programa Gran Hermano… Esta aventura comercial televisiva, ahora relacionada con Luckia, puede ser la responsable del probable derrame cerebral que espera en los confines neuronales de mi identidad corpórea… En fin, vamos a ello.

Nadie sabe dónde está el señor Julot. La espera puede ser, por tanto, innecesaria. Inútil, quiero decir. Será mejor preguntar, pero lo contrario a estar callado puede ser peligroso…O quizá no… Tal vez estemos aquí con la esperanza dispuesta y el señor Julot no se digne a venir. O venga y no sea para quedarse, como hacen los verdaderos poderosos. Te enseñan la punta de la nariz y se guardan todo lo demás…Pero no creo que tengamos tan mala suerte…

Seguro que el señor Julot sabe que los del Juego cumplimos con los impuestos. Pero eso no es un problema. Siempre es posible la explicación. Y no se negará a escucharnos. Si finalmente viene, nos durará más de cuatro años. Claro que también hay dudas sobre esto. Lo malo es que no sabemos que aspecto tendrá y si gusta de alguna turgencia especial. El rostro o los bolsillos, qué se yo… Ni siquiera puedo especular sobre quienes serán sus amigos, si es que los tiene o los espera…

Vivir en un laberinto no ayuda a descubrir su imagen. Habrá que salir al exterior. Mojarse completamente si llueve o quemarse la piel si abrasa el Sol… Cualquier cosa con tal de estrechar la mano derecha del señor Julot…o la izquierda. Qué más da si no nos garantiza un compromiso con tal gesto de amistad… No hay salida. Sólo queda esperar, escudriñar posibilidades mientras pasa el tiempo…

Ese tiempo que todo lo atrapa. Guarda. Transforma. Destruye o diluye… El señor Julot debe saber esto y nunca se compromete. ¿ Sabrá jugar a algo nuestro deseado amigo ? Es probable, pero no tan seguro como las Apuestas Deportivas… ¿ Y si ya le conocen los del Gobierno y nos están confundiendo a todos ?. Lo mismo ya tiene un cargo público o no… Da igual, si finalmente viene le conoceremos en algún Congreso de Cofar o disfrutaremos de su paseo por un baratillo de esos que también se prodigan. Pero se está haciendo desear…

Poco queda por hacer. Dormir un rato no es una mala idea, si la siesta dura menos de treinta y seis años…Dormir y despertar con su presencia… Convertir su aparición en un santo y seña corporativo… Ganar el futuro con el señor Julot de nuestro lado… Por eso hay que seguir esperando y no desfallecer… Quizá el señor Julot venga acompañado del mismísimo señor Godot, a quien ya le espera el sillón vacante de la DGOJ.

Ustedes perdonen mi ejercicio de desintoxicación. No he podido escribir como Beckett, pero sí me he olvidado de Gran Hermano. Ya estoy listo para enfrentarme a las promociones de Belen Esteban, pongo por caso… o a un debate con el señor Julot, si es que algún día da la cara…

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NOVOMATIC

4 Comentarios

  1. Hola, no soy la Marga que siempre escribe con admiración sobre los editoriales de Ortega, pero quiero decir que le echamos de menos cuando no escribe. Hoy ha sido una delicia leerle.

  2. Tenerte a tí escribiendo del sector es como tener a Goya o a Velázquez haciendo dibujos de nuestros Salones o de nuestra Ferias. ¡A ver cuando escribes el libro del sector Ortega¡

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