“En las redes sociales hay que distinguir entre uso, abuso y dependencia”

Entrevista en la Revista Andalucía Educativa a Pedro García Aguado, colaborador y embajador del Proyecto FES

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A Pedro García Aguado, que fue medallista olímpico liderando al equipo español de waterpolo en Atlanta (1996), lo conocimos sobre todo por su participación en programas de televisión como Hermano Mayor, donde llegó a permanecer hasta siete temporadas. Además de sus facetas como conferenciante y escritor, hoy hablamos con él por haberse convertido en una de las caras más visibles del Proyecto FES, de la Asociación Española Plataforma para el Juego Sostenible, una iniciativa nacida, según indican en su web, con el propósito de «dar una respuesta a preocupaciones sociales y políticas referidas al riesgo de desarrollar adicciones comportamentales por parte de los adolescentes, en los ámbitos del ocio y del juego». En Andalucía, se está ofrece el proyecto los centros que desarrollan el programa Hábitos de Vida Saludable en su modalidad Forma Joven.

El proyecto FES surge para mejorar la gestión del tiempo de ocio de los jóvenes. ¿Piensas que, en general, la juventud no es capaz de gestionar bien su tiempo?

En la actualidad la juventud que tiene muchas ofertas de ocio y muchas posibilidades de dedicar más horas al ocio a través de las tecnologías. Siempre pongo el símil de cuando íbamos nosotros al parque, tenías unas horas, luego tu madre o tu padre gritaba: “¡A cenar!” y te subías. Había hasta dos horas. Ahora puedes estar 24 horas conectado con tus colegas charlando o viendo vídeos, y no necesitas salir de casa si no quieres. Hay una sobreexposición, no solo a las pantallas, sino al ocio. Están todo el día conectados, no tienen esa limitación horaria que teníamos nosotros.

¿Y dirías que este fenómeno es algo generalizado o se da solo en casos puntuales?

Yo, que me dedico a ayudar a papás y a mamás en esto de la educación, se da más el mal uso de las tecnologías en padres y madres poco conocedores de ese universo digital, regalan el smartphone o la tablet y luego no se ocupan. Es este tipo de familias de padres desconectados, que no entienden el universo digital y que no hacen ese trabajo. No me gusta decir que son negligentes, es una etiqueta muy fuerte, pero sí que no son conscientes de las horas que sus hijos pasan con las pantallas.

De eso quería hablar también, de los adultos. ¿Crees que somos un buen ejemplo?

Las nuevas tecnologías han irrumpido en nuestra vida y en ocasiones somos mal ejemplo, porque no somos capaces de desconectar: estamos en la mesa comiendo, en casa, en el sofá, estamos con nuestros hijos, con nuestras hijas y qué hacemos… que si hay que contestar un correo, es que el jefe me ha mandado no sé qué, es que mi directora me pide que haga este informe, a las ocho de la tarde, un sábado… No somos buen ejemplo y deberíamos serlo. El referente que tienen nuestros hijos es ese. Si tú lo usas, ya les puedes explicar luego que es por trabajo… ¿Un sábado por la tarde? Ese es el mal ejemplo que damos, que no abrimos espacios. ¿Que ahora toca jugar con tecnología? Vamos a jugar, pero una hora. ¿Que toca estudiar con tecnología o trabajar con tecnología? Vale, hora y media, dos horas, cinco horas si teletrabajamos… Pero aquellos espacios libres de tecnología somos los mayores los que tenemos que marcarlos.

«El factor humano es muy importante a la hora de calificar el peligro de una actividad».

En el material que proporcionáis a través del Proyecto FES se destacan cuatro riesgos potenciales: videojuegos, juegos de azar, redes sociales y el móvil. ¿Cuál te parece más peligroso? Y según los datos que manejáis ¿cuál de ellos afecta a un mayor número de jóvenes?

Lo interesante de los cuatro ítems es que cada uno per se no es peligroso. Si juegas a un videojuego a la edad correspondiente, claro… Pero un videojuego con violencia, de consumo, de insultos, si le pones a un chaval de 6 años un videojuego de ese tipo puede traer consecuencias. Los juegos de azar lo mismo, están también las casas de apuestas y los centros de juego presencial. La actividad per se yo no la veo peligrosa. Pero si tú dejas entrar a un menor que no tiene el control sobre sus impulsos, esa actividad se puede convertir en peligrosa, depende del factor humano. Igual que el móvil, es una maravilla de herramienta, es una estación de entretenimiento, de trabajo, de socialización, de todo… Y las redes sociales, a la gente con dificultad para comunicarse cara a cara un grupo de seguidores le puede venir bien para su autoestima. Las actividades en sí no son peligrosas, son los factores que influyen en la personalidad de cada una de esas personas, que van a utilizar ese tipo de tecnología o ese tipo de actividades. Te lo digo por mí mismo. Yo al final me volví adicto, ¿la sustancia genera adicción? Puede ser que sí, pero no a todo el mundo. El factor humano es muy importante a la hora de calificar el peligro de una actividad. A mí me gusta decir: formación, educación y sensibilización, las cuatro actividades que tratamos en el proyectono tienen por qué ser peligrosas por sí mismas, pero si la persona que se acerca cumple una serie de requisitos —temprana edad en el inicio, no supervisión por parte de los adultos, etcétera—, sí que puede ser un peligro.

¿Hay adolescentes que están por naturaleza más predispuestos, independientemente de factores ambientales o educacionales? 

Estoy aquí en Castellón, que voy a hacer unas conferencias con Nerea López, y seguramente ella diría que sí, que posiblemente hay un factor genético que influye en el desarrollo de ciertas conductas. ¿Cuándo se desencadena eso? Pues con la suma de los factores que tú has dicho: ambientales, familiares, escolares, etcétera. Por ejemplo, en el alcoholismo, dicen que el factor genético es del 52% y que todo lo demás son factores ambientales, educacionales, del entorno social, de adaptación en la escuela, etcétera. Pero sin el factor genético no se desarrollaría la enfermedad. En este tipo de actividades puede ocurrir lo mismo, hay una serie de factores que pueden influir más para que se desarrolle una conducta de riesgo. Del alcohol sí que podemos decir que es una sustancia tóxica, pero a mí que se atreva alguien a decirme que un videojuego es tóxico, que un juego de azar divertido es tóxico, que un móvil es tóxico, que las redes sociales son tóxicas… ¿Verdad que no? Sin embargo, en las sustancias psicoactivas sí que existe un nivel de toxicidad que es lo que influye en el desarrollo de dependencia. Por lo cual, yo creo que la predisposición genética, sumada a otros factores, puede ser lo que haga que una actividad como jugar a un videojuego o apostar se convierta en una patología.

«la forma de utilizar la tablet o el móvil a escondidas, en horarios nocturnos básicamente, es el desajuste del sueño y el bajo rendimiento en la escuela… hay una serie de síntomas que se pueden ir sumando, para decir: ‘mi hijo está teniendo un problema’».

Sobre los videojuegos, a niños y jóvenes de cualquier generación les puede gustar jugar, incluso la gamificación se considera hoy como una metodología innovadora de aprendizaje, por no hablar de la importancia del juego en el desarrollo durante la infancia. ¿Por qué entonces los videojuegos representan un peligro? ¿Dónde estaría la señal de alarma? ¿A partir de qué momento podemos pensar que mi hijo o mi hija está teniendo un problema?

Según lo que conozco, no hay una etiqueta que diga: si hace esto, está enganchado. En el caso de los juegos de azar, afectan más a los chicos que a las chicas. Los chicos empiezan ya desde pequeñitos a ser personalidades que aceptan en menor grado los límites, las normas. Son aquellos chicos y aquellas chicas que siempre quieren salirse con la suya y lo consiguen, con lo cual, frente a una actividad que provoca cierto placer y que activa ciertas áreas del cerebro, si tú no vienes con una gestión de las normas, de los límites, la consecuencia puede ser una persona con predisposición a desarrollar dependencia. Una vez ha desarrollado dependencia hay una sintomatología muy clara, que es exactamente igual que la de una persona adicta a sustancias. Le retiras el móvil y tiene ansiedad, depresión, agresividad, irascibilidad… Por ejemplo, como no aceptan los límites, han jugado una partida a un videojuego y roban la tarjeta para seguir comprando y poder seguir jugando al juego; cuando son apostadores, pues imagínate, las tarjetas echan humo. Entonces, ahí es donde un padre o una madre tiene que estar atento y, sobre todo, la forma de utilizar la tablet o el móvil a escondidas, en horarios nocturnos básicamente, es el desajuste del sueño y el bajo rendimiento en la escuela… hay una serie de síntomas que se pueden ir sumando, para decir: “mi hijo está teniendo un problema”, no sé si de ludopatía, de mala gestión del horario o de enganche a los videojuegos.

En el caso de los juegos de azar, me ha llamado la atención la existencia de los tipsters, no conocía esta figura. ¿Son como los ganchos de toda la vida? ¿Y son los jóvenes conscientes de su influencia?

El problema se da en el juego no regulado. Ahí puede haber personas que sean ganchos o cebos, para que esos chicos se salten la normativa. Por ejemplo, en el tema del juego online está muy claro: “puntoes” es empresa regulada por el juego en España; “puntocom” es internacional, con lo cual no sabemos qué legislación tiene. Se da mucho en los no regulados esta figura poco profesional que es la de cebo, el gancho, que lo pinta muy bonito, te dicen que vas a ganar mucho dinero y tal. Luego está el tipster profesional, en empresas de juego regulado, que te asesora de la tendencia de la apuesta o de los partidos. Son gente que ha estudiado el tema, no te aseguran que vayas a ganar, como cuando inviertes en bolsa te dicen: ganancias pasadas no acreditan ganancia futura. Son asesores del juego, yo no los conozco, sé que existen, pero como toda la vida, existe el bueno y existe el tramposo. No sé si al tramposo deberíamos llamarle tipster o pícaro. Cuando realmente está regulado y está legalizado es un asesor. El tipster sería como el asesor financiero.

Sobre las redes sociales, cuál piensas que puede ser el mayor riesgo a estas edades: la adicción, la imagen distorsionada de la realidad de las personas que se transmite a través de ellas, el ciberacoso…

Es muy importante diferenciar entre uso, abuso y dependencia. El uso también puede generar algún tipo de problema, porque a lo mejor uso las redes sociales para nutrir mi autoestima, recibir el refuerzo externo positivo cada vez que cuelgo un post. Y como sé que los post, a lo mejor con menos ropa, con un tipo de posturas provocativas, generan más likes… Por otro lado, como necesito tanto ese refuerzo positivo, pues abuso, y estoy conectada o conectado no sé cuántos miles de horas, le robo horas al sueño e intento a través de las redes sociales buscar esa aprobación. Luego ya estaríamos en aquella persona que realmente cumple una sintomatología y ha desarrollado dependencia, esa chica que se levanta, mira el móvil, duerme con el móvil debajo de la almohada, no lo apaga sino que lo pone en vibración para que los padres no lo escuchen, pero se despierta cada dos por tres por la noche. Evidentemente, no descansa, va a tener irascibilidad, además el móvil va a ser como un apósito a su mano, no lo va a dejar nunca, no te va a dejar que lo mires, eso ya es un uso problemático y posiblemente adictivo. Entonces ¿dónde está el límite? Todos empezamos usándolo, y según qué personalidades y según qué factores puede generar dependencia. Se nota enseguida una persona que tiene dependencia, cambios de humor, dejar de comer, todo… le altera la vida.  ¿Qué pasa con las chicas? Pues sí que hay muchos patrones de comportamiento, por el tema de la comida, el tema de la imagen, las historias género… hay verdaderos grupos de personas que en pandemia se han hecho blogs, hay muchos chicos que se abrazan en ese tipo de grupos y cambian absolutamente su vida, totalmente imbuidos en una vida digital. Hay una película, Ready Player One, que te lo explica muy bien, una vida de mierda en unas casas que son containers, pero los tíos aquellos en el juego son dioses. El querer vivir siempre online es lo que te puede hacer detectar que tu hijo tenga un problema de adicción. Recuerda siempre diferenciar entre el uso, el abuso y la adicción.

¿Y en el caso de los móviles?

Desde mi punto de vista, hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre. Nosotros ya no llevamos un móvil. Un móvil era un teléfono que lo llevábamos de un sitio a otro y servía para llamar y para mandar sms. Lo que realmente estoy usando en el móvil son las plataformas, las películas, las redes, las apuestas, los videojuegos, redes sociales… Entonces ¿a qué estoy realmente dedicándole cinco horas de mi día? No solo es el miedo a salir y no llevar el móvil, es el miedo a estar desconectados, eso es lo que pasa también a los adultos, el hecho de perder el móvil o dejarnos el móvil… es como si nos hubiéramos vuelto tontos. Si no tengo el móvil no puedo llamar, pero realmente si nos decimos la verdad, no llevamos el móvil para llamar, es lo que menos hacemos. Entonces, para las aplicaciones de mensajería, el WhatsApp famoso, todos miramos el WhatsApp, yo lo miro cada… ¿diez minutos?  Ha cambiado la forma de comportarnos con esa herramienta, el teléfono inteligente genera ese tipo de conducta, sí que hay mucha gente que podríamos decir que tiene un problema de mal uso del smartphone, por no llamarlo adicción.

¿Y qué pasa si estoy cinco horas leyendo en el móvil? ¿Es uso o abuso? ¿Qué más da que lea en un dispositivo o lea en un libro?

Como he dicho antes, si eso no altera tu vida… Lo malo es si tú en esas cinco horas de lectura estás desatendiendo a tu familia, a tu pareja, tu casa, tu salud, si esas cinco horas de lectura te traen problemas. Es como lo que dicen muchos jóvenes: “no, no, lo estoy utilizando para estudiar…” Se meten en el cuarto, no salen de allí y han estudiado una hora, las otras cuatro horas se las han tirado chateando o jugando. Además, son multipantallas o multitarea… Cualquier actividad, mientras no te esté quitando de obligaciones y demás es tu hobby, tú le dedicas a tu hobby las horas que quieras, siempre y cuando no perjudique tu vida. Cuando te perjudica ya es algo patológico, incluso la lectura.

En el proyecto FES no estamos en contra de las tecnologías, ni mucho menos, buscamos el uso adecuado las tecnologías, la alfabetización tecnológica, es decir, vamos a usarlas, pero que no nos condicionen la vida.

En este proyecto has grabado unos vídeos de presentación sobre cada temática, pero creo que tu labor no va a limitarse a eso y quieres implicarte directamente en charlas y actividades en centros educativos. ¿Puedes contarnos qué labor vas a hacer en los centros?

El proyecto está pensado para que los centros educativos se descarguen los módulos y los propios orientadores o los profesores y profesoras impartan esos cuatro módulos para jóvenes, y cinco módulos para la familia. Le planteé a la plataforma: los profesores están ya bastante saturados, yo me ofrezco para poder impartir esos módulos, incluso para darles la formación si son ellos los que los quieren impartir. Eso es lo que quiero que sea mi participación, que no quede en mera presentación de los programas en las comunidades autónomas, dar el producto y haber grabado los vídeos. También me apetece, por mi cercanía con la gente joven, hablar con ellos, me gusta mucho la interacción, saber cómo piensan, se aprende mucho de cómo piensan respecto a un adulto que está dando la charla de cómo tienen que usar las tecnologías, ellos a veces nos dan mil vueltas… Ese es el ofrecimiento que yo hice a la Plataforma de Juego Sostenible, a cualquier comunidad autónoma que quiera descargarse el programa, que en los centros educativos yo también pudiera impartir algunos de los módulos, tanto para papás y mamás como para alumnos.

Para terminar, ¿cómo definirías el concepto de juego sostenible?

Creo que cuando se convierte en algo dañino el juego no es sostenible. Es igual que la sostenibilidad del planeta, lo que lo hace sostenible es la concienciación y la educación. Hay que educar sobre la actividad del juego, una educación para que no se produzca el deterioro de algunas personas que tienen ese tipo de problemas. ¿Y cómo puedes conseguirlo? Concienciándoles, sensibilizándoles y enseñándoles. El juego sostenible se relaciona con el cuidado de las personas.

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