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Destacamos el oportuno y certero extracto de GÓMEZ YÁÑEZ, J.A. y LALANDA, C. (2020): Juego y Sociedad, Madrid: Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III, págs. 75-87, financiado por CEJUEGO.

El Juego: Ocio y entretenimiento racional

Jóse Antonio Gómez Yáñez

En las sociedades antiguas, no hace mucho, hace menos de cien años, había muy pocas oportunidades de ocio. Recordemos que el deporte organizado apenas había comenzado, en España, la liga de fútbol comenzó en 1929, la de baloncesto en 1957, las de los demás deportes son aún más recientes. El cine es un ocio de masas a partir de los años cincuenta, la televisión a partir de los sesenta. Estas referencias son muy importantes porque el ocio y las referencias culturales de los españoles están firmemente ancladas en el deporte y el audiovisual. Antes de que surgieran estas oportunidades de ocio, el juego aparecía como el matarratos de aburrimientos, una opción barata (una baraja, un dominó para toda la vida, etc.) que se podía ejercer en los bares, verdaderos centros sociales o en los antiguos casinos de la burguesía de provincias.

El juego es hoy una opción de ocio regulada hasta sus últimos detalles

Aquellos años pasaron, el juego es hoy una opción de ocio como cualquier otra, regulada desde 1978 hasta sus últimos extremos, como en cualquier otro país occidental. Dejar caer, como parece sugerirse en algunos discursos, que hoy el juego es un vicio generalizado es no conocer la sociedad española, pretender que sigue siendo a España negra que pintó Gutiérrez Solana. Por suerte, hace décadas que esto no es así. 

Treinta millones de residentes en España jugaron loterías o juegos de entretenimiento

Treinta millones de residentes en España entre 18 y 75 años jugaron el año pasado arriesgando algún dinero, en juegos organizados por Loterías y Apuestas del Estado, por la ONCE o por empresas privadas. Las cantidades jugadas se dividen por mitades entre las loterías, gestionadas por el sector público, y el juego de entretenimiento, que gestionan empresas privadas.

Quienes tienen problemas económicos juegan a los grandes sorteos de lotería y cupones de la ONCE

Se juega por muy distintos motivos. Por la ilusión de ganar un gran premio que resuelva la vida o permita “tapar agujeros”, esto impulsa a participar en los grandes sorteos de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE) y de la ONCE. En el de Navidad también opera la “envidia preventiva”: se compra por el riesgo de que les toque amigos y conocidos. Estos grandes sorteos son los únicos juegos en los que participan hogares con problemas económicos (tener pendientes los pagos de hipotecas o créditos), y tiene su lógica: por un gasto mínimo tientan una suerte que pueda sacarles de problemas.

En los juegos de entretenimiento las motivaciones son más variadas y complejas. Pero no está entre ellas la de ganar para resolver la vida, todo el que juega por entretenimiento entiende que no va a hacer “saltar la banca” (eso sólo pasa en las películas). Se apuesta para demostrar que se sabe de fútbol o de otros deportes. Si se acierta se dice a los amigos y conocidos. En el póquer y otros juegos en los que la suerte reparte cartas, pero la habilidad y destreza de los participantes es fundamental para gestionarlas, lo que opera es la demostración de “saber jugar” y la competición con otros participantes. De los casinos atrae la afición a los juegos, pero los visitantes ocasionales también son atraídos por una imagen de glamour que emana de unas instalaciones muy bien acondicionadas. Los bingos y los salones sirven para encontrarse con amigos de la misma generación, pasar el rato y comentar las jugadas, son espacios de relación social a partir de una afición común. Las salas de bingo ofrecen la ocasión de establecer nuevas relaciones a muchas de edades maduras.

Ganar en los juegos de entretenimiento proporciona pequeñas vanaglorias, el reconocimiento de un círculo de amigos. Esto puede ser muy importante en una sociedad en la que casi todo queda aplastada por los grandes números

Vistas las cosas desde esta perspectiva, el juego tiene una racionalidad: quienes participan en estos juegos lo hacen porque les gustan y aportan el valor de la relación, la demostración de la habilidad y, en caso de ganar, la vanagloria del reconocimiento de un pequeño círculo de aficionados. En una sociedad de grandes organizaciones en la que las aportaciones individuales suelen quedar aplastadas por la burocracia que rige nuestras vidas, estos pequeños reconocimientos, mínimas vanaglorias, pueden ser los resquicios por los que muchas personas obtienen satisfacciones y reconocimiento.

El comportamiento racional de quienes juegan por entretenimiento se extiende a sus moderados costes. El coste medio de las apuestas no excede de cinco euros, el gasto medio por visita a un bingo o a un salón es de 19€ o 9€, respectivamente, lo que se echa en una máquina B en un bar tiene un coste de 1,1€/minuto en una serie de jugadas desafortunada. Quienes juegan saben que jugar tiene un coste. No sólo el coste de ganar o perder con otros participantes. Saben que hay un coste empresarial en el cuidado y mantenimiento de locales, en la atención a los clientes, en la retribución de los empleados de las salas. Pretender que esto los desconocen los clientes de juego es una superchería, como todo el discurso antijuego que se ha construido recientemente. Los clientes asumen que perder es como el coste de una entrada a un espectáculo, un museo o un cine o el coste de un hobby. Si alguien piensa que es dinero podría estar mejor gastado en otra cosa que en jugar, cabe decir que, en nuestras sociedades, por suerte, todos podemos elegir nuestras aficiones y que con juego no se hace daño a nadie. Los clientes saben que los equipos que dan soporte al juego, las excelentes que les acogen y el personal que les atiende amablemente cuestan.

Siempre quedará quien crea que jugar a estas aficiones puede arruinar a alguien. Es dudoso, quienes juegan son racionales, ya se ha descrito. Y está claro que cuando hay recesiones económicas el dinero destinado al juego y a otras aficiones se retrae. Está pasando ahora mismo.

José Antonio Gómez Yáñez

Profesor de Sociología y miembro del Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III

Este artículo es un extracto de GÓMEZ YÁEZ, J.A. y LALANDA, C. (2020): Juego y Sociedad, Madrid: Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III, págs. 75-87, financiado por CEJuego.

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VER AZARplus 01/10/20.- José Antonio Gómez Yáñez: “Jugar es normal, el 84,9% de los españoles lo hace sin problemas”

VER AZARplus 01/10/20.- Alejandro Landaluce: “Las decisiones no pueden tomarse desde los sentimientos o las ideologías, es preciso analizar datos”

VER AZARplus 31/09/20.- UN ESTUDIO DE LA UC3M SOSTIENE QUE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA PARTICIPA DE MANERA GENERALIZADA Y RESPONSABLE DEL JUEGO COMO ACTIVIDAD DE OCIO

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