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Difundimos el segundo artículo de José Antonio Gómez Yañez sobre "El Cliente, ese gran desconocido"

El gasto de tiempo y dinero en el juego

Jóse Antonio Gómez Yáñez

Todas las aficiones cuestan tiempo y dinero, pero los no aficionados no lo comprenden. Para un aficionado a la ópera, escuchar y ver Parsifal, de Wagner, puede proporcionar intensa emoción. Para otros, aburrimiento: “es la clase de ópera que empiezas a la seis de la tarde y después de tres horas miras el reloj y aún son las seis y veinte”, la ácida frase es del director de orquesta David Randolph (1914-2010). A Woody Allen, escuchar a Wagner le daba ganas de invadir Polonia (Misterioso Asesinato en Manhatan, 1993). Y sobre la pintura, es difícil entender que las obras de Mark Rothko se coticen en Mill. de € o US$, pero uno de los más reconocidos críticos de arte de la segunda mitad del siglo XX la define así: “un cuadro de Rothko no es una superficie sino un ambiente, y busca espontáneamente la arquitectura … no en nombre de ‘una síntesis abstracta de las artes’, sino por una especie de afinidad electiva” (Giulio Carlo Argan, El arte moderno, Madrid: Akal, 1991, pág 787). Wikipedia habla de experiencia mística. Si es así puede que un Rothko valga millones, pero no es fácil de entender.

Este exordio para decir que las aficiones, incluso las acreditadas como cultura, tienen resortes misteriosos e incomprensibles para quienes no las comparten. Millones de aficionados disfrutan de Wagner en teatros de ópera o en grabaciones y de Rothko y el expresionismo norteamericano en grandes museos y caras ediciones de libros y catálogos. Lo que gastan les compensa por lo que sus aficiones les aportan de placer, alegría, experiencias compartidas, temas de conversación y, en la pintura y la música clásica, glamour cultural y elitista añadido.

Con el juego ocurre lo mismo, con la diferencia de que está despojado de ese glamour, aunque era un pasatiempo de la aristocracia en las cortes europeas del siglo XVIII o en los casinos y balnearios de Europa Central y Francia del XIX.

La actitud ante el coste de juego es la misma entre sus aficionados que entre los aficionados a la música o la pintura. La diferencia es que en el juego se puede ganar o perder, aunque lo habitual es perder, es decir, pagar por el entretenimiento. Lo asumen como algo normal, al contrario del estereotipo acuñado por la literatura, el cine y la psicología -recogido por el nuevo puritanismo- que enfatizan la frustración, porque proporciona interesantes historias.

En las últimas ediciones de Juego y Sociedad se incluyó una pregunta sobre la actitud de los clientes de casinos, bingos, salones, apuestas y máquinas “B” en bares ante sus costes o, si se prefiere, sus pérdidas.

“Los clientes de juego mantienen el control sobre sus gastos. Su comportamiento es racional, similar al de los aficionados a otras actividades”.

Adoptan una actitud racional: es como pagar la entrada de un espectáculo y cuando vuelve a jugar se ha olvidado de “lo que pagó” la vez anterior. El espectáculo, el servicio recibido, es la emoción de jugar, el contacto con personas que comparten su afición, el reconocimiento de otros aficionados en caso de ganar en juegos de habilidad o en apuestas, etc. Los mismos pequeños placeres que explican el gasto en otras aficiones como espectador, participante o estudioso. No hay diferencia alguna, sólo que la afición es otra.

Cuando se investiga cómo asumen estos costes -pérdidas- los aficionados al juego de entretenimiento, se refuerzan las ideas de racionalidad en su comportamiento y de que su principal motivación no es económica, sino el disfrute de una actividad que, además, genera relaciones y conocimiento. Las reseñas siguientes son cortes de reuniones de grupo (RG) o entrevistas en profundidad (EP) con clientes de juego, realizadas en España en 2019, por otros investigadores:

“Pasar el rato con los colegas”

  • Se juega porque es divertido y se hace con amigos, el dinero es secundario, el coste se relativiza, se considera asociado a la ocasión de disfrutar del juego o la apuesta:

paso un buen rato con los colegas, te ríes, hablas, hay piques … es divertido. Al final estamos juntos y pasamos el rato. El dinero tampoco es algo que necesite, entonces nunca ha sido la razón principal de jugar. (EP, hombre, 27 años, Alcorcón*)

Tampoco le doy mucha importancia. Si algún día tengo un mal día y pierdo, pues bueno, he perdido y a otra cosa … tampoco me como la cabeza diciendo ‘joder, es que necesito más dinero’ … no es una obsesión … lo considero un gasto, cuando pierdes dices ‘joder lo podía haber ahorrado o gastar en otra cosa … irme de cervezas o algo así … como son pequeñas cantidades … ¿Qué voy a hacer cinco 5€? No te cambia la vida. (EP, hombre, 27 años, Alcorcón*)

“Lo que se interpreta como pérdidas es visto por los clientes como el coste de la entrada a un espectáculo o entretenimiento”

  • En todo momento, los clientes controlan su gasto y lo comparan con otros posibles consumos, se inclinan por jugar porque les apetece más, incluso los jóvenes, saben cuánto pueden gastar:

    “… en ningún momento pongo en peligro mi capacidad económica, ni personal ni mucho menos de terceras personas” (RG, mujeres, 22-24 años, Madrid**).

    “… siempre he tenido claro el dinero que tenía para gastar y el que me iba a gastar. No me sobrepaso. A menos que me salga un partido y me lleve una cuota que triplique beneficios. Digo: ‘pues venga’. Pues igual sí me permito hacer una apuesta rentable. Pero porque ya estoy en positivo y sé que tengo ese dinero” (RG, hombres, 22-24 años, Madrid**).

    50 € al mes (lo que suele jugar) supone en mi economía ahora mismo el 3% de mi presupuesto mensual. Sólo apuesto lo que me puedo permitir … no voy a apostar 200€ porque si luego pierdo me voy a sentir mal” (EP, hombre, 26 años, Valdemoro*)

    he perdido muchas apuestas, pero … eran 1 o 2€, o sea que no he perdido mucho dinero … 2€ no te quita mucho. El que más he perdido fueron 10€ … me dolió, pero no supuso nada … siempre intentaba echar monedas, la chatarra que me sobraba, nunca billetes” (EP, hombre, 22 años, Alcobendas*)

“La alternativa al gasto en juego o apuestas son pequeños gastos en estar con los amigos: una cerveza, ..”

  • Los gastos alternativos que se plantean son pequeños gastos de ocio, como se vio en otra cita y en la siguiente, alguna cerveza:
  • “Me divierte, no he ganado una gran suma de dinero, … Nunca he apostado para ganar dinero. Cuando no he ganado he perdido 10€ nada más, y he tenido una temporada en la que me he divertido … me lo tomo como una diversión … hoy tomándome una cerveza contigo me voy a gastar más de lo que pierdo en las apuestas, nada, … la chatarrilla.” (EP, hombre, 23 años, Pinto*)

    • Este comportamiento racional se extiende a saber a qué se juega:

    ¿La quiniela? “no me llama lo veo muy difícil, veo más fácil las apuestas, para que te toque dinero en una quiniela tienes que dejar mucho dinero durante mucho tiempo. En la quiniela si apuestas puedes ganar mucho dinero, pero te puedes tirar años sin ganar nada” (EP, Hombre, 23 años, Pinto*)

    Como toda afición, las apuestas pueden abrir otras puertas inicialmente insospechadas, que pueden situarse como “cultura”, “saber” u oportunidades profesionales:

    Ganar y poder decir: ‘joder, entiendo de baloncesto’, El dinero era secundario, … estábamos todo el día mirando estadísticas,  revistas de baloncesto, o sea, era básicamente poder decir: ‘joder, qué bien se me da el baloncesto’ … gracias a eso me di cuenta de lo mucho que me gusta el baloncesto y me saqué el título de entrenador con el dinero que fui ganando y apostando … todo el tema de las estadísticas, … ‘se ha lesionado tal jugador, vale este equipo tiene más probabilidades ahora’ … siempre lo estudiaba antes de apostar …” (EP, hombre, 26 años, Alcobendas*).

    En suma, los clientes encuentran en el juego entretenimiento, diversión y reconocimiento en círculos de amistades. Descartan la posibilidad de ganar dinero mediante el juego, son conscientes de que su afición cuesta dinero -como todas- a cambio del tiempo de disfrute. La alternativa a este gasto son pequeños gastos de ocio como tomar alguna cerveza. Su actividad la perciben interesante, divertida, estimulante y trae consigo muchas cosas que aprecian: relaciones personales, reconocimiento de su saber, nuevos conocimientos sobre deportes o juegos de habilidad, etc., por los que merece la pena pagar, pero controlan los costes de su afición, incluso los más jóvenes.

    Referencias:

    GÓMEZ YÁÑEZ, J.A.; LALANDA, C. (2021). Juego y Sociedad 2021. Madrid: Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III, Cejuego, pág. 63-66.

    Las referencias en cursiva proceden de Reuniones de Grupo o Entrevistas en Profundidad. Las fuentes son Tulai, Ion Alexandru (2020). Jóvenes y apuestas en Madrid. Trabajo fin de Grado dirigido por el prof. D. Ramón Ramos Torre (identificadas con *) y Megías, Ignacio (2020). Jóvenes, juegos de azar y apuestas. Madrid: Centro Reina Sofía (identificadas con **). Sobre ambos cabe decir que sus conclusiones parecen un esfuerzo por encajar con el consenso académico acerca del juego. Si hubieran “dejado hablar” a sus entrevistados sus conclusiones hubieran sido otras. Esta responsabilidad es mayor en el segundo que en el primero. Aquí se ha hecho una relectura y reordenación del material citado.


     

    José Antonio Gómez Yáñez

    Doctor en Sociología (Premio Extraordinario). Socio de Estudio de Sociología Consultores. Profesor Asociado de Sociología en la Universidad Carlos III (2001-2021). Miembro de Instituto de Política y Gobernanza de la Universidad Carlos III. Ha sido Vocal Asesor en el Gabinete de la Presidencia del Gobierno, Associate Director en Millward Brown Spain y Director de la Oficina de Madrid de Instituto DYM. Formó parte del Consejo Asesor de Juego Responsable de la DGOJ (2013-2017).

VER AZARplus 31/03/22.- El Cliente de Juego, ese gran desconocido: ¿Porqué se juega?

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