Digna Veleidad

La incorporación de PortAventura a BarcelonaWorld es mucho más que una simple noticia añadida al gran proyecto de Ocio y Juego promovido por la Generalitat y magistralmente gestionado por Enrique Bañuelos. Supone, ante todo, la prueba del nueve de que las cosas se están haciendo muy bien y que nuestra Industria puede demostrar las más altas capacidades cuando se ve respaldada por la necesaria colaboración de sus gobernantes. Esta inequívoca voluntad política respecto al Juego, que emerge y brilla en Cataluña, es un fenómeno nuevo en esa tierra, del que deberían tomar nota el resto de Comunidades Autónomas.

La incorporación de PortAventura a BarcelonaWorld es mucho más que una simple noticia añadida al gran proyecto de Ocio y Juego promovido por la Generalitat y magistralmente gestionado por Enrique Bañuelos. Supone, ante todo, la prueba del nueve de que las cosas se están haciendo muy bien y que nuestra Industria puede demostrar las más altas capacidades cuando se ve respaldada por la necesaria colaboración de sus gobernantes. Esta inequívoca voluntad política respecto al Juego, que emerge y brilla en Cataluña, es un fenómeno nuevo en esa tierra, del que deberían tomar nota el resto de Comunidades Autónomas.

Pero vayamos por partes. Se nos dirá y con razón, que la rebaja tributaria de treinta y cinco puntos es una causa de peso para la viabilidad del proyecto. Eso es cierto, como también lo son algunos casos precedentes que, a pesar de disponer de ese 10% de impuestos sobre el juego, fracasaron estrepitosamente. Los Monegros en Aragón y el Reino de Don Quijote en Castilla la Mancha han sido dos esperpentos que poco o nada tienen que ver con BarcelonaWorld. A nuestro Juicio, la principal diferencia estriba en la participación y vinculación política al proyecto. Un proyecto por encima de prejuicios y sustentado en el interés nacional de Cataluña.

El Gobierno catalán no se ha limitado a escuchar los cantos de sirena de quienes aseguraban lo milagroso de su particular crecepelos, antes bien se ha vinculado activamente en la búsqueda de un promotor adecuado para el buen fin del proyecto… Y todo parece indicar el éxito de su acierto. Las piezas van encajando y, salvo que el Parlament se oponga, en dos o tres años BarcelonaWorld será una espléndida realidad…Probablemente con mejores y más adecuadas hechuras que la madrileña EuroVegas, si finalmente acaba por ponerse en pié.

Todos debemos felicitarnos por ello, no sin antes advertir que esa voluntad política de la que hablamos no puede, ni debe, seguir exclusivamente focalizada sobre el macroproyecto de Juego y Ocio. La Administración catalana debe escuchar a quienes durante más de treinta años han dado vida al Sector y sangrado beneficios por mor del interés general tributario de sus conciudadanos. Si el Gobierno del señor Mas entiende que lo que hoy se paga al 55% puede hacerse al 10%, no hay razón para esperar a un mañana en el que ya funcione BarcelonaWorld. La veleidad que ahora aplaudimos, no puede ir acompañada de una indecencia que reprocharemos mientras persista. Hágase pues lo que es menester en los terrenos de la economía y la dignidad empresarial.