Convergencia, Ley de Unidad de Mercado y SBG analizados para AZARplus por el Director General de Interior del Gobierno de Aragón, Francisco Javier Artajo

Quiero empezar estas líneas agradeciendo a la Dirección de AZARplus la oportunidad que me brinda para, a través de su revista, poder trasladar mi percepción sobre algunas cuestiones del mundo del juego. También quiero aprovechar para felicitarles por el nuevo estilo que están imprimiendo que, aún discrepando en ocasiones con su contenido, supone un soplo de aire fresco del que tan necesitados estamos.

Cuando me propusieron escribir reconozco que me surgieron dudas y me primera inclinación fue a decir no. Por varios motivos. En primer lugar no soy un experto en juego y con absoluta seguridad mi opinión estará menos fundamentada que la suya, Pero enseguida me dije “bueno, opinar todavía es libre”. En segundo lugar por pudor. Tras cuatro legislaturas consecutivas como regulador del juego en Aragón, he visto pasar muchos “gurús”, tanto en la Administración como por alguna multinacional, y que sus opiniones han sido “dogmas de fe” y que han constituido la base de errores cometidos por todos y el origen de múltiples desencuentros. Lejos de mi intención está el que mi percepción sobre las distintas cuestiones que expondré sea tomada como algo más que eso, una mera opinión.

Parece evidente que el mundo del juego en estos diez últimos años ha experimentado una evolución en muchos aspectos que ha hecho que nada se parezca a lo que fue. Internet, la tecnología táctil, las máquinas basadas en el juego del bingo, el bingo electrónico, las apuestas deportivas, el juego online, los SBG, son algunos ejemplos de esta evolución que ha conseguido que el modelo actual no tenga que ver nada con el anterior. ¿Cómo hemos cambiado, verdad? Bueno, unos más que otros.

En las Administraciones Públicas… En ellas cambiamos poco, nos conservamos bastante bien. Excepto casos puntuales como la regulación del juego online, apenas notamos el paso del tiempo. En desarrollo normativo del juego online, es un ejemplo de cambio. Una regulación que, aunque de forma apresurada y con escaso o nulo consenso, ha marcado lo que a mi juicio será el juego del futuro del juego en muchos aspectos.

Una regulación, que aún no estando exenta de críticas, abre un abanico de posibilidades que es imposible obviar, pero que abre cuestiones, retos que no nos atrevemos a abordar. A mi juicio hay tres aspectos que tarde o temprano deberán ser puestos encima de la mesa, aunque algunos ya lo están, como son la Ley de Unidad de Mercado, el actual modelo impositivo y la convergencia del juego on-offline.

Unidad no significa uniformidad. Cada Comunidad Autónoma, competente en la regulación del juego privado en su ámbito territorial, es muy libre de adoptar las medidas que crea oportunas y de planificar al respecto. La reglamentaciones sectoriales deben ser lo más escuetas y concisas posible para posibilitar, regulando lo esencial, lo esencial la libre competencia dentro de todo el territorio nacional, haciendo posible dentro de un marco de mínimos y máximos el desarrollo tecnológico, la innovación, la oferta de ocio, la competencia y el desarrollo empresarial.

El modelo fiscal actual, según muchos, es más confiscatorio, recaudatorio, que otra cosa. ¿Es justo tratar a los desiguales por igual o es preferible que cada uno contribuya en función de lo que gana? Yo me sumo a esta segunda posibilidad. Creo firmemente que más bien más temprano que tarde habrá que tributar por las ganancias. Puede haber fórmulas mixtas, que habrá que plantear pero el actual sistema fiscal es un freno no sólo para el desarrollo, sino en muchos casos para la supervivencia del sector.

Una cuestión para mí fuera de toda duda, es la obligatoria convergencia del juego on-off line. Desde la necesaria igualdad promocional, pasando por aspectos como la protección de los usuarios, la fiscalidad, la competencia, hasta la convivencia de las ofertas de juegos en los locales específicos de juego.

¿El sector cambiado? Es evidente que sí. Los grandes son más grandes, los que antes eran pequeños ahora lo son más, los que nunca han querido que nada cambie ahora quieren que todo lo haga, y los que antes se dejaban llevar por la corriente, ahora tienen que remar.

¡Cómo hemos cambiado! aunque hay cosas que no. Papá Estado, papá Administración, ¡ayúdame!. El juego presencial, en muchos casos, ha estado, está, sobredimensionado, y la crisis económica, por desgracia la crisis económica lo está redimensionando.

¿Hay una sobreoferta de máquina de tipo B en locales de hosteleria? Para mí sí. ¿Aporta este producto, con el modelo actual, algo al entretenimiento del jugador? Para mí cada vez menos. ¿Es este modelo sostenible? Los datos dicen que difícilmente lo es. Pero además de la calle están los locales específicos de juego. Ahí es donde creo que hay que incidir. Oferta, ocio, entretenimiento, producto, transparencia, calidad. Ese creo que es el futuro.

Pero lo que ha cambiado de verdad es la sociedad, las personas. El consumidor de juego, el consumidor de ocio, no tiene nada que ver con el que fue. El jugador busca tres cosas: Ganar siempre (pobre ingenuo), divertirse y participar, elegir como gana o pierde, cómo se divierte, incluso por qué no decirlo, en el caso de los jugadores profesionales, de los jugadores que así se ganan la vida, de los que cada vez hay más.

Los salones de juego, bingos y casinos, necesitan ofrecer al consumidor la oferta de ocio más amplia y variada posible, con sólo dos límites, uno la norma, amplia, flexible, clara, que permita al operador elegir qué ofrece a sus clientes, y el segundo, el riesgo, y que éste lo decida libremente el usuario, siendo consciente, de que sus derechos como ciudadano libre para elegir están absolutamente protegidos.

Para terminar, dos agradecimientos. A ustedes por leerme y a la persona que me empujó y animó a escribir. Ella sabe quien es.