¿Es la DGOJ ejemplo de “Regulador capturado que bordea la corrupción”?

a) El traspaso de la competencia al Ministerio de Hacienda prima sobremanera los aspectos recaudatorios que no se ven compensados por decisiones del Consejo de Ministros dirigidas a valorar y tener presentes otros aspectos no menos importantes y b) La Ley 13/2011, de 27 de mayo, de Regulación del Juego, en su intento – loable – unificador, no deja margen al Estado y al órgano Regulador ( Dirección General de Ordenación del Juego ) para ocuparse de otra cosa que no sea el juego online y, por tanto, la actividad que justifica la actuación y pervivencia de este organismo no es otra que la expansión del juego remoto. ( El juego presencial debe enfrentarse a los reguladores locales – autonómicos – que, por su lado, tienen, como he señalado, una preocupación reglamentaria desenfrenada )

La actividad de la Dirección General de Ordenación del Juego así como la de los organismos autonómicos cumple claramente la ” Ley de Parkinson ” formulada ya en el lejano 1957 : ” 1) todos los funcionarios necesitan multiplicar el número de subordinados, no de rivales y 2) los funcionarios se crean trabajo unos a otros. “

Por otra parte, en sus recientísimas decisiones ( apuestas cruzadas y máquinas tragamonedas online, llamadas elegantemente slots ), se ve claramente como la industria del juego online, utiliza el poder coercitivo del Estado para conseguir rentas privadas. Es la hipótesis que Stigler expuso en 1971, señalando que es mucho más beneficioso conseguir regulaciones favorables que utilizar los mecanismos tradicionales, como son el limit pricing o la creación de barreras de entrada a través de la integración vertical.

Cierto que, posteriormente, otros integrantes de la Escuela de Chicago incluyen otros intereses diferentes a los de la industria subrayando la competencia competencia que existía para atraerse la benevolencia del Estado y que los autores agrupados bajo la denominación de la Escuela de Touluse, Martimort, en 1999 expuso el ciclo vital de la agencia reguladora ( en nuestro caso la DGOJ ). En un primer momento el interés de los ciudadanos y la supervisión del poder legislativo es grande e intensa, la motivación de los reguladores es alta y por tanto reducido el riesgo de captura pues aquellos creen y desean llavar a la práctica normas de ordenamiento volcadas hacia el interés general. Pero en una segunda etapa, disminuida la atención sobre la actividad de la agencia y, por el contrario, intensificado el contacto entre regulador y empresa regulada ( en nuestro caso, principalmente, las de actividad online ), el regulador es más vulnerable a ser capturado por los intereses privados.

Como ha señalado Fréderic Boehm, al que sigo en esta cuestión, ” el problema económico de la búsqueda de rentas es que los recursos utilizados para este fin no son productivos, no hacen crecer el pastel , sólo sirven para agarrar una parte más grande : son un desperdicio “, es decir, sólo producen canibalización.